1 - Cartas de nuestros lectores: "Emilio J. Hardoy, un patriota del siglo 20", por Rafael Sarmiento.

2 - "De nuestra memoria...": Fallece Perón, asume la viuda y se acelera el drama.

3 - Cartas de nuestros lectores: "Un pasado sin rendir cuentas y un futuro sin futuro", por Jorge D. Casas.

4 - Editorial: "Arbitro". La función política indelegable del presidente de la República.

5 - Cuadro de situación: "Parálisis infinita", por Sergio Crivelli.

6 - "No hay que olvidarse de... David Kraiselburg ", periodista asesinado por el ERP.

7 - "Presentación judicial contra el Decano Schuster", lo que dispone el Código Penal.

8 - De cartas de lectores del diario ´La Prensa´: "Mal ejemplo".

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"Emilio J. Hardoy"

Un patriota del siglo 20

Como un patricio antiguo sin más armadura que la razón y su fuerza moral, hizo de su existencia una profesión de fe y de coraje cívico. Aristócrata de la conducta vivió sin miedos hasta dar con sus huesos en la cárcel, sólo por defender las libertades públicas, en épocas de la segunda tiranía.

El notable poder integrador de su inteligencia convocaba al patriotismo. Por eso prefería el calor del pueblo a los halagos oficiales. Un legislador alerta para defender la República, siempre estuvo del lado de las instituciones democráticas, republicanas, federativas. Reclamaba progreso material y moral en paz y en libertad. Vivió rodeado de discípulos y seguidores.

En lo esencial de Hardoy se aprecia su patriotismo. Para él la política y la vida estaban amasadas de sabiduría, de ciencia, de arte, de literatura, ingenio, de humor, de amor y de amistad. De duros enfrentamientos pero también de nobles reconciliaciones. Toda la plataforma de su pensamiento y acción tuvieron que ver con su ética de la responsabilidad.

Decía que un hombre que solo viviese para el poder sería un monstruo porque, antes que la lucha por el poder era más valiosa la actitud tolerante, respetuosa y digna ante la vida. Fue cabalmente un aristócrata de la conducta. Se tuteaba con Goethe y Napoleón recordándonos la importancia de la política en el destino de una Nación. Fue un político que superó el viejo debate entre la moral y la política. Un gran señor en el que se confundían el moralista y el político. Tuvo notablemente desarrollado el sentido de la anticipación política, tan propio de los grandes estadistas. Ejerció su liderazgo cotidiano, incluso como periodista, reclamando que, en las prioridades del servicio, además de derechos existen deberes de los hombres hacia Dios, hacia el prójimo, hacia la sociedad entera.

Nos decía que cuando más derechos y privilegios se tienen son más graves los deberes y más extensas las responsabilidades. Fue un político de pensamiento y de acción. Sostenía que para hacer buena política no bastaba con ser justo o ser sincero, sino que hacía falta conocimiento del oficio, de la técnica aplicable, de la sicología de las multitudes, del ambiente en que se desarrollaban las acciones, de las posibilidades propias y ajenas, de la valoración acertada de sí mismo, de la valoración de los adversarios y especialmente del pueblo al que se sirve.

Es un prócer del siglo 20 a quien le cabe la reflexión que Domingo Faustino Sarmiento hacía de si mismo: "soldado con la pluma o con la espada combato para poder escribir, escribo como medio y arma de combate que combatir es realizar el pensamiento". Es de la talla de Carlos Pellegrini. Defendió la dignidad de la persona humana, las libertades públicas, la solidez de las instituciones republicanas y la supremacía de la ley. Reclamó hasta el cansancio que no se tocara la Constitución Nacional de 1853 con su reforma de 1860. Fue enemigo de la anarquía y de la disolución nacional. Despreciaba el vacío de poder, la corrupción y el mal gobierno. Apegado a los principios morales del cristianismo se nos aparece como un luchador por los valores de la civilización. Su pasión civilizadora, a la manera sarmientina, lo mostraba siempre preocupado por el progreso material y moral del pueblo. Me duele la Argentina nos decía en momentos de inquietudes. Una exigencia de su espíritu fue el debate. Por eso fue defensor del derecho a disentir, a participar, a opinar. Fue un gran periodista. En realidad fue un educador.-

En contra de las concepciones totalitarias y colectivistas proponía desmantelar las estructuras del atraso, de la ignorancia, del empobrecimiento y de la corrupción. Reclamaba el orden constitucional para enfrentar la desunión. Advertía la necesidad de mantener el rumbo por el espíritu y la letra de la Constitución Nacional de 1853/60. Y fue un hombre de mucha fe. De la misma fe de Belgrano, de Sarmiento, de Mitre, de Urquiza, de Alberdi, de Roca y de Carlos Pellegrini. Paoul Groussac habría admitido cierto paralelismo entre Carlos Pellegrini y Hardoy porque fueron valientes, cordiales, con relámpagos de intransigencia autoritaria sobre un fondo de lealtad, porque ambos nacieron líderes. También habría encontrado en Hardoy mucho de la prudencia previsora y de la sagacidad de Nicolás Avellaneda. Groussac decía de Pellegrini que era un gran orador espontáneo, y que la improvisación era su facultad suprema pero también su defecto mayor porque, como el orador vive de la improvisación, el orador mataba al escritor.

En Hardoy, por el contrario, las cualidades de orador y de escritor concurrían armoniosamente. Hardoy conciliaba ambas virtudes porque siempre estaba preparado para improvisar. Siempre me pareció que de un meditado discurso hacía nacer un magnífico editorial; como también que de un editorial nacían discursos que Hardoy multiplicaba en rigurosas meditaciones. Como orador vivió de la meditada improvisación pero sin dar muerte al escritor que siempre fue, culto, acertado, vigoroso y espontáneo. Natalio Botana nos diría que Hardoy empeñó toda su vida en construir una comunidad política para los argentinos y que, como Alberdi y Sarmiento, por el apego al principio de legitimidad de la república, forma parte de la tradición republicana.-

Hardoy, además, coincidía con Víctor Massuh en punto a lo que Massuh señala en su "La Argentina como sentimiento" donde el filósofo destaca como el mal argentino la tendencia a convertir la política en una religión vernácula; al líder popular en un dios folclórico; a la facilidad con que pasamos de la admiración a la idolatría; del dirigente común al carismático; del fervor saludable a la entrega incondicional; y, fundamentalmente, coincide Hardoy con Massuh en que la Argentina se acostumbró a prescindir de la inteligencia; donde nos acostumbramos a considerar que el número y no la calidad constituía la verdadera fuerza del argentino.

Hardoy resumió el empeño de la generación de 1837, la capacidad creadora de la generación de 1880 y el coraje de la generación de la Revolución Libertadora de septiembre de 1955. Un gran argentino, un gran señor, un gran patriota del siglo veinte, que en los momentos más difíciles decía: "Por encima de las dificultades del presente; más allá de las cuestiones que nos dividen; y a pesar de las amenazas que nos rodean, tengo una fe inconmovible en el destino de grandeza de la Nación Argentina". También tuvo sus puños llenos de verdades.

Hoy lo imagino en el Congreso de la Nación, junto a Domingo Faustino Sarmiento, reclamando enérgicamente la vuelta a la Constitución Nacional de 1853/60 como prenda de progreso en paz y en libertad. –

El 1 de julio de 1974 falleció el entonces anciano y enfermo presidente Juan Domingo Perón y lo sucedió su esposa M. E. Martínez. Ella estaba absolutamente incapacitada para gobernar por falta de conocimientos y experiencia, como agravante no ejercía ningún efecto aglutinante en el partido político peronista, entonces compuesto por un mosaico de grupos en permanente pugna por el poder y con una altísima tasa de la corrupción más abierta. Morían peronistas a manos de los Montoneros y el ERP, pero también por luchas internas, particularmente entre facciones sindicales.

En consecuencia, ha partir de allí se aceleró la crisis general del país, el gobierno quedó jaqueado por la incapacidad en el gobierno, sus salvajes luchas internas y la creciente guerrilla terrorista, siendo inútiles los permanentes apoyos que recibió de los sectores moderados no peronistas, encarnados en las fuerzas armadas y los partidos políticos democráticos, si bien estos últimos actuaron tibiamente y no adoptaron resoluciones constitucionales concretas de fondo para afrontar el drama.

Casi toda la sociedad comenzó a mirar nuevamente a las Fuerzas Armadas como única tabla de salvación de la nación, hecho histórico clave que luego de 1984 casi todas las dirigencias argentinas olvidaron deliberadamente por hipócritas conveniencias personales.

En la nueva y terrible crisis actual las Fuerzas Armadas no han participado en ninguna responsabilidad de gobierno por 18 años, son casi las únicas instituciones del estado que pese a sus serias carencias dan ejemplo de conducta, dejando al desnudo a las dirigencias políticas en general que gobernaron o ejercieron la oposición desde 1984 hasta hoy, como los inocultables culpables del desastre. No es malo el sistema republicano, son estos en general penosos personajes, que no vinieron de un repollo, fueron elegidos por la sociedad que hoy los repudia a gritos, en cómodo olvido.

Pese a todo esto, sectores revolucionarios de izquierda y no pocos oportunistas sin motivación ideológica verdadera, absurdamente se empeñan aun hoy en agredir a las Instituciones Armadas por las acciones militares de hace un cuarto de siglo en plena guerra civil entre argentinos. Difícil imaginar mayor irresponsabilidad social, odio estéril y ceguera política.

"Un pasado sin rendir cuentas y un futuro sin futuro"

La Argentina quebró y todavía nadie explicó claro porqué, ni quienes fueron los responsables, ni donde se encuentran los bienes y los patrimonios saqueados.

Los menos legos no aceptan que el problema fue fiscal o que el poder administrador no tuvo que ver, o que el poder fiscalizador no lo percibió.

No solo desapareció patrimonio público sino también los privados, muchos de ellos acumulados por generaciones.

Los salarios y los privilegios de gobernantes, senadores, diputados, concejales, los jueces, los fiscales, entenados y otros, a pesar de ser insólitos no pueden ser suficientes para dejar los patrimonios en negativo.

El poder nos presentó datos falsos, los profesionales de las finanzas, la economía, y sus fiscalizadores, no es que no conocieron la verdad, fueron cómplices del desastre.

Hasta ahora, no aparece sanción alguna para los exterminadores del patrimonio del país, un cúmulo de jueces desubicados, se hacen los ignorantes junto con los fiscales, de la tamaña iniquidad cometida contra toda la ciudadanía, será que subestiman la capacidad de percibir la verdad del hombre común.

Y otros miembros del poder judicial ante el terremoto presente no encuentran cosa mejor que desenterrar fantasmas del pasado para incrementar el fuego de la hoguera.

Con irresponsables y faltos de amor a su país de este tamaño, se hace imperioso reformular la clase dirigente, el contenido de las estructuras, de las formas y de las elecciones de las representaciones políticas. Si esto no sucede todo será inútil.

Editorial: "Arbitro"

La función política indelegable del presidente de la República es hacer de árbitro, en última instancia, ante los graves asuntos de Estado. Si en este punto fallase, fallaría en todo, porque de sus decisiones ejecutivas depende la continuidad del gobierno.

Sobrevendrían, como ya ocurrió con Fernando de la Rúa, momentos de paralización insolubles para quienes no tienen esa facultad legal insustituible. Esto es lo que está sucediendo, por estos días, en el caso de las discrepancias entre los titulares del ministerio de Economía y del Banco Central.

Más allá de quien tenga las mejores razones para dar solución al problema de normalizar el sistema financiero, asoman cuantiosos intereses locales y extranjeros, que pugnan, cada cual, por la que mejor les acomoda. Y, por encima de ellos, se halla el interés nacional, la materia propia de la Presidencia.

Esta es la materia no diríamos abandonada, pues todos dicen velar por ella, pero sí al garete. No se advierte una orientación medianamente firme y cuanto se sabe al respecto proviene de rumores y hablillas, echadas a correr por los sectores en pugna.

El presidente, otrora tan locuaz, ha hecho silencio. No parece indiferente, pero sí, hasta ahora, inerte. Hay quienes recuerdan que él mismo declaró no saber de economía. Pero tampoco ha de saber de medicina y, sin embargo, algo intenta y hace por la salubridad pública, y, de estallar una guerra, tendría que iniciarse en estrategia.

Ha asumido una misión política que supone cultura general suficiente para arbitrar entre la diversidad de opiniones técnicas contrapuestas, aun sin conocer a fondo sobre ninguna. Un político - decía un mariscal francés - es un técnico en ideas generales. Infortunadamente, los nuestros son técnicos en generalidades.

Pero, aun con esa magra provisión de la cosecha del comité, hay que decidir y decidirse. No lo van a sacar de apuros tampoco ni la multitud de economistas ni los cuatro expertos recientemente importados, cual moderna versión de los Siete Sabios de Grecia. De una de ellas celebridades de la antigüedad ha quedado el dicho: "Peor lo hacen muchos".

Cuadro de situación: "Parálisis infinita"

 

Al ex presidente Fernando de la Rúa sus múltiples detractores lo caracterizaban como un dirigente falto de decisión, que siempre dudaba.

por Sergio Crivelli

Después de tomar infinidad de decisiones erróneas, causando grave daño a la economía, el actual presidente, Eduardo Duhalde, también duda en qué hacer respecto de las cuestiones económicas más graves y urgentes, que permanecen en el mismo estado en que se hallaban cuando él llegó al poder gracias a un pacto con los gobernadores peronistas y Raúl Alfonsín a principios de enero de este año.

Podría decirse que la inacción de Duhalde es consecuencia de las gruesas equivocaciones que cometió; pero determinar las causas del descalabro parece secundario ante el hecho de que el país está parado desde hace más de seis meses y las cifras macroeconómicas son de pavor, aunque la sociedad que se alzó contra De la Rúa y lo expulsó violentamente de la Casa Rosada demuestre hoy una llamativa mansedumbre.

La caída del PBI del segundo trimestre fue superior al 12%; hay 6 millones de desocupados; los pobres superaron el 51% de la población; el ministro Roberto Lavagna perdió, en el corto lapso de 90 días al frente del Palacio de Hacienda, 3.400 millones de dólares de las reservas y no pudo bajar la cotización del dólar, que continuó su marcha ascendente, etcétera, etcétera.

Después de este desastre inédito al Gobierno le ha sobrevenido un período de inmovilidad y toda la sociedad está a la espera de que arranque en alguna dirección, que quiebre la inercia. Entre los espectadores de primera fila está, por ejemplo, el Congreso de la Nación, prácticamente imposibilitado de actuar por falta de marco político. No hay proyectos pedidos desde el Gobierno, no hay instrucciones y no se sabe a ciencia cierta qué quiere el Presidente, que permanece aislado en la Quinta de Olivos.

A esta falta de directivas hay que añadir una incertidumbre sin antecedentes. Todas las semanas cambia el escenario de manera drástica: Carlos Reutemann se baja de la precandidatura presidencial, Carlos Menem aparece como figura dominante, José Manuel de la Sota sale a darle batalla. Nadie sabe qué va a ocurrir al día siguiente ni con quién tendrá que alinearse para preservar su espacio dentro del PJ.

¿Cuánto tiempo puede prolongarse este cuadro? Todo indica que, si bien la paciencia popular (es decir, de los medios, de los sindicalistas y de algunos caciques territoriales del conurbano) parece infinita respecto de Duhalde, la parálisis económica no puede prolongarse indefinidamente sin grave daño de importantes intereses. No se puede, por ejemplo, seguir otros seis meses sin sistema financiero y bancario porque al Gobierno no le cierran las cuentas con el corralito.

Bajo este nuevo signo de los tiempos arribó a Buenos Aires una misión de notables que viene a decirle al Presidente que debe poner manos a la obra y resolver por lo menos uno de los problemas que encontró cuando por voluntad propia ingresó a Balcarce 50. También, que la inflación no es el peor de los peligros y que, si se continúa por el actual camino de tardanzas a la espera de que los problemas se resuelvan solos sin costo político para las autoridades, la economía corre el riesgo de desaparecer por caquexia.

Ahora todo consiste en saber qué hace el Presidente con ese mensaje.

6 - "No hay que olvidarse de..... David Kraiselburg "

El 16 de septiembre de 1976 el ERP - de Felicetti, Santucho y Gorriarán Merlo - asesinó al periodista y director del diario ´EL DIA´ de la Plata, Sr. David Kraiselburg, en Gonnet Prov. de Bs. As.

Estaba secuestrado desde hacía días en una "cárcel del pueblo"; al ser esta allanada por la policía, el periodista fue asesinado por el terrorista Carlos Starita que lo custodiaba, quien a su vez es herido y fallece posteriormente.

En el mes de marzo de 1998 por televisión, la hija del terrorista Rodolfo Walsh, Patricia, muy fresca mencionó a Kraiselburd como "otro periodista desaparecido de la dictadura militar". Sobran más comentarios.

7 - "Presentación judicial contra el Decano Schuster"

El juez de Ejecución Penal, Luis Nieves, revocó el permiso de salidas laborales a uno de los líderes del Movimiento Todos por la Patria, Roberto Felicetti, en prisión por el copamiento del cuartel de La Tablada en enero de 1989.

Dos fiscales además hicieron una presentación judicial contra el Decano Schuster de la Facultad de Filosofía y Letras, por haber contratado al terrorista convicto Roberto Felicetti. La causa recayó en el Juez Urso.

El Consejo Directivo de la Facultad se reunió ayer, y aprobó una resolución donde repudió lo que llaman "campaña descalificadora" iniciada hacia la Universidad desde algunos sectores por emplear a Felicetti.

Las autoridades de esa Facultad copada por el activismo marxista ratificaron el nombramiento y sostuvieron que iniciarán acciones legales. Ignoran o fingen ignorar el C. Penal que expresa:

* art 12, las penas de prisión o reclusión por mas de 3 años conllevan la inhabilitación absoluta por el tiempo de la condena

 

* art 19, la inhabilitación absoluta importa ....inc 3 la incapacidad para obtener empleos públicos

 

* art 253, inhabilitación para ejercer cargos públicos a quien nombrare para cargo publico a quien no reúne los requisitos legales. La misma pena para quien aceptare el cargo.

Conclusiones:

• El decano de la Facultad de Filosofía Félix Schuster al firmar la resolución Nº 523 del 21 de mayo habría cometido un delito.
  

• Si en la Argentina se cumpliera la ley, Schuster no debería ser más decano de la Facultad.
  

• Al asesino de Felicetti le deberían sacar el beneficio de las salidas transitorias ( parece que habría ocurrido) y habría que investigar seriamente la conducta o la idoneidad del juez del tribunal Oral de San Martín y el fiscal que tenían a su cargo la ejecución de la pena.

"Mal ejemplo".

Más allá que tardíamente se hayan rectificado, como ciudadana que paga rigurosamente sus impuestos, me gustaría saber cómo es posible que las autoridades de Filosofía y Letras de La Universidad de Buenos Aires hayan contratado al terrorista Felicetti, que hace pocos años mató a sangre fría al soldado Tadeo Tadía en el asalto a La Tablada.

En vez de estar en la cárcel, Felicetti fue beneficiado con un empleo que tanta gente de bien hoy no puede conseguir en este país.

Yo me pregunto si ese es el "ejemplo" que esa facultad le da a los alumnos que estudian y que se esfuerzan soñando con un futuro mejor.

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