Índice

1 - "Nación - República - Estado", por el´Foro de Generales Retirados´.

2 - ¨Ya no son policías, solo delincuentes presos, a ser juzgados¨, el caso del chico tirado al Riachuelo.

3 - "No hay que olvidarse de.... José Ignacio Rucci". Víctima de los Firmenich y Verbitskys.

4 - Sospechosos atentados I: DDHH, repercusión por el ataque contra la titular de Abuelas.

5 - Sospechosos atentados II: ¿Un oportuno atentado? ...difícil saberlo aun, pero seguro que lo agradecerán..., por Prensa Independiente.

6 - FFAA a la cabeza de la encuesta de prestigio institucional, veinte años de campaña en contra... al cohete nomás.

7 - Cartas de lectores de La Nación: ´Ser madura´.

8 - El sayo de cada quien, a cada bando sus propias culpas. De ´El PAÍS´ de España: "Arafat, en su prisión".

9 - La Nueva Provincia: ¨A despedirse¨, abreviando al mínimo el resto de su mandato.

10 - ¨La Nación¨ - Opinión: ¨¡Adolf, Adolf, qué grande sos!¨, por Marcos Aguinis.

11 - La Nueva Provincia: ¨Trapaceros¨, una vez más el Senado de la Nación fuente y teatro de escándalos.

==================================

El deprimente espectáculo cívico, en el que se ha transformado el tratamiento del juicio político a la Corte Suprema de Justicia de la Nación por parte del Poder Legislativo, evidencia la fractura del equilibrio funcional y armónico de los tres poderes del Estado, signo grave de una degradación institucional sin precedentes en la que está inmersa la Nación Argentina.

El reciente dictamen de la Procuración General de la Nación, declarando la inconstitucionalidad de las Leyes 23.492 (Ley de Punto Final) y 23.521 (Ley de Obediencia Debida), lesiona las garantías individuales de ciudadanos a los que se les juzga fuera del contexto legal en el que actuaron como profesionales militares, cumpliendo una orden del Poder Ejecutivo Nacional e integrando los cuadros orgánicos de la Fuerza a la que pertenecen.

Con ello se ha desnaturalizado la esencia del estado de derecho, lastimando peligrosamente el alma de la República.

Por otra parte no es atribución de los jueces declarar inconstitucional una ley y actuar como si la misma no existiese, ese proceder implica la desaparición de la seguridad jurídica y constituye el primer paso hacia la ruptura del contrato social, afectando la estructura funcional del Estado.

Este cuadro de situación de la actual realidad argentina, que nos muestra a la Nación con sus instituciones debilitadas, a la República con un estado de derecho conculcado y al Estado con su estructura jurídica cuestionada, parecería conducir a la definitiva anarquía y desintegración del país, sin normas a las que se pueda recurrir, sin principios de legalidad civil a los que se busque apelar y con un régimen de relaciones económicas en total desamparo, indicios de un incuestionable retroceso.

Ante estas alarmantes y peligrosas evidencias el Foro de Generales Retirados considera que aún se está a tiempo de revertir este proceso decadente, siempre y cuando desaparezca el revanchismo, haya buena predisposición y una cuota elemental de sentido común, condiciones mínimas necesarias para superar con grandeza las experiencias del pasado.

Para que la Nación Argentina pueda continuar siendo una República y lograr su estabilidad institucional resulta imprescindible que la Justicia, como símbolo de ecuanimidad, destierre de sus prácticas la animosidad ideológica y política con que siguen actuando algunos magistrados, en detrimento de las Fuerzas Armadas a las que atacan pretendiendo segregarlas como cuerpos extraños al ser argentino.

Hallaron el cuerpo del chico tirado al Riachuelo. Acusan del crimen a diez policías.

El 25 de septiembre de 1973 los criminales de Montoneros asesinaron al Secretario General de la CGT, el peronista José Ignacio Rucci, acribillado a balazos a dos días de la masiva elección presidencial de Perón, en un abierto desafío al mismo. La operación fue dispuesta mucho antes por la más alta conducción y llevó meses de tarea de inteligencia, hasta ubicar uno de los cambiantes lugares usados por el amenazado Rucci para pernoctar. Luego solo se trató de alquilar la casa de enfrente, esperar su ingreso a dormir el 24 a la noche y avisar al grupo de exterminio, a cargo del cabecilla N.G. Damián o Tomás, aparentemente.

Fue asesinado al retirarse a la mañana, quedando su cadáver con tantos impactos que Montoneros, con negro humor, denominó Operación Traviata al hecho, por los agujeros de la galletita de marras. Ese día Montoneros se quitó su falsa máscara de peronistas y quedó ideológicamente al descubierto, perdió a la masa justicialista, sentando así la base política de su futura total derrota militar y organizativa.

La simultanea interceptación masiva y engaño de las comunicaciones policiales, estuvo a cargo del Oficial Mayor Marcelo Kurlat, N.G. MONRA y las decisivas tareas de inteligencia previa a cargo del ámbito de Informaciones, a cargo del Oficial Primero N.G. Esteban, legal Rodolfo Walsh, el luego jefe de la bomba en Seguridad Federal, caído luego a tiros en combate en 1977. Es ahora propagandeado como un "brillante escritor, defensor de los derechos humanos" , da su apellido y nombre a varias Aulas Magnas universitarias en manos de marxistas, a premios literarios y una plazoleta ubicada en la Capital Federal, intersección de las calles Chile y Perú.

¿Interesante pregunta, está el nombre de Rucci al lado del de Walsh en el monumento de la costanera norte, que dirían los obreros peronistas si supieran los detalles de esta burla trágica? Porque los dirigentes sindicales peronistas siempre lo supieron, el problema es que la memoria de muchos es tácticamente flexible y selectiva..., según sus intereses personales por supuesto. Veremos en días que cuando hablen de la muerte de Rucci, como siempre mencionarán ambiguas ¨fuerzas ocultas de siempre¨ y otras vaguedades, pero nombrar a los autores que conocen jamás. Hasta quizás algunos de los Juan Carlos Dante Gullo que lo mataron estén impávidos en los homenajes.

4 - Sospechosos atentados I

La Nación - 22 de septiembre de 2002

Amplio repudio, en el país y en el exterior, al ataque contra Carlotto . Preparan una marcha contra la violencia y exigen el inmediato esclarecimiento del atentado

La Comisión provincial de la Memoria organiza una manifestación multitudinaria de rechazo a la violencia . Solidaridad de Serrat y de algunos ministros. Se organiza un próximo acto masivo de la izquierda en La Plata

No sabemos aun si fue un autoatentado o la acción real de un grupito de locos, pero que la ¨patria denunciante¨ lo aprovecha no quedan dudas, otra vez el bochornoso usufructo político, las hipócritas verborragias de la izquierda sin votos y ni una sola propuesta concreta para los dramas nacionales.

Mueren 76 ciudadanos policías en lo que va del año y unos 1300 civiles, a manos de criminales comunes, y los activistas de izquierda vestidos con ropajes de DDHH, callan, mudos, no es su negocio ni ´lo politicamente correcto´. Es que esos derechos serian solo para los izquierdos.

Justo cuando la encuesta de Canal 11 ubica a las Fuerzas Armadas al tope del prestigio institucional argentino (43%) y otras encuestas en tercer lugar, muy arriba de politiqueros, jueces y sindicalistas, aparece - causalidades o manos negras - este oportuno salvavidas, trampolín para los monocordes cacareos mediáticos y las patéticas movilizaciones inútiles de nuestros marxistas, ....rara avis, casi los últimos del planeta.

Hasta osan macanear que la policía provincial utiliza hoy prácticas de terrorismo de Estado que según su verso libre ¨recuerdan métodos que caracterizaron a la última dictadura militar".

Todos los argentinos con memoria no idelogizada recordamos que esa Policía al mando de oficiales del Ejercito era un ejemplo comparada con la actual y el secreto era muy simple, como en todos los países:

• sueldos dignos y no estos de miseria desde 1984,

• coherencia en la conducción y no al manoseo político,

• exigencia profesional y coherente amparo por sus superiores,

• en lugar de la permanente hipocresía en el trato y la persecución política / mediática.

Este bebé de Rosmary es culpa exclusiva de los incapaces que nos gobiernan desde 1984, otro de sus muchos desastre, cometidos mientras se llenan inútilmente la boca de la palabra democracia, a la cual no respetan, porque se burlan de sus mandantes, los ciudadanos rehenes de la partidocracia que no representa a los argentinos sino a ellos mismos, a sus intocables listas sábanas.

En la encuesta propuesta por Telefe Noticias en su página web (www.telefenoticias.com.ar), las Fuerzas Armadas cuentan con el 43% de los votos en respuesta a la consigna "¿En qué institución confía más?". Y están a la cabeza de la encuesta, lo que augura próximos ataques mediáticos y quizás alguna nueva acción judicial ¨izquierdo humanista¨, como indican los antecedentes desde 1984.

Señor Director:

"¿Por qué están haciendo parecer a la chica que compró un documento falso en USA como la víctima? Si ella quería trabajar en ese país, que se atenga a sus leyes. Por favor, ahora no los culpemos porque las cumplen. Este es el momento para que aprendamos a copiarlos en algo bueno.

"Y tampoco me parece que todos los argentinos tenemos que pagar su defensa.

"Ser maduro implica estar dispuesto a atenernos a las consecuencias que pudieran traer nuestros actos."

[email protected]

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasir Arafat, se encuentra desde el viernes prisionero en sus oficinas de la Mokata, el complejo de edificios de Ramala donde vive, pero no gobierna desde diciembre pasado, ceñido, además, por un alambre de espino que quiere asfixiarle tanto simbólica como materialmente. Está preso en una celda sin número y consignado con el infamante nombre de terrorista. Israel le acusa de dar cobijo a 19 activistas relacionados con los últimos atentados suicidas.

Desde el 4 de agosto no los había habido. Pero el jueves pasado, un policía saltaba por los aires junto a un suicida palestino, y al día siguiente otro terrorista causaba en un autobús seis muertos y docenas de heridos. Ariel Sharon, que estudia de antiguo la idea de deportar a Arafat, ha apretado en esta ocasión otra tuerca más en el mecanismo de prisión-humillación con el que lleva meses desgastando la autoridad del líder palestino. La Administración israelí, enclaustrada en sus certezas, proclamó de inmediato la responsabilidad de Arafat en el crimen, cuya autoría ha sido reclamada por varios movimientos terroristas.

Si fuera Hamás el culpable, significaría otro viraje más hacia el caos, si ello fuera posible, puesto que en medios de la Autonomía se afirmaba que esa fuerza asesina había decretado una tregua hasta que se definiera la amenaza norteamericana contra Irak. Pero lo que está fuera de lugar es suponer culpable al anciano jefe, al que apenas le cabe aspirar a la supervivencia.

Arafat no podía hacer otra cosa que rogar que no hubiera más atentados y, de esa manera, proceder a un amago de reforma para celebrar las elecciones presidenciales y legislativas previstas para el 20 de enero de 2003. Pero, si antes de este último terror ya parecía difícil que pudieran celebrarse, ante la perspectiva de que el rais fuera reelegido, pero siempre junto a una Cámara más y más radical, como todo el mundo en Palestina cree hoy que ocurriría, la reducción del líder a tan penoso cautiverio las hace parecer aún más lejanas.

Su actual confinamiento en tres piezas de uno de los dos edificios que no han sido aún derribados del conjunto que rodeaba las oficinas de la ANP hace incluso temer por su vida, que depende de la resistencia de su enfermo cuerpo y de la de los cimientos del inmueble. El Gobierno de Sharon insiste en exigir la entrega de los activistas, pero fuentes israelíes reconocieron que su objetivo es mantener el asedio para forzarle a un exilio voluntario, posibilidad que el presidente palestino ha descartado una vez más.

¿Es posible ante todo esto alguna vuelta atrás? No, si Sharon mantiene su aparente designio de destruir incluso materialmente la AP. ¿Puede o quiere Washington detener esa carrera sin sentido? Los atentados del 11 de septiembre dieron una mano de cartas al primer ministro del Likud, que sabe jugar de manera implacable bajo la mirada consentidora del presidente Bush. Pero todo ello no es sino una perfecta locura.

La Unión Europea, las Naciones Unidas, el mínimo de sensatez que abrigue Washington, la aterrorizada Liga Árabe, el mundo musulmán que repudia el terrorismo tanto como Occidente, habrían de exigir un saneamiento inmediato de la situación.

Liberación de Arafat, tregua que incluya una verdadera acción de la seguridad palestina contra el radicalismo criminal, y cese de la permanente represalia militar que Israel llama preventiva.

Y de ahí a reconstruir el castillo de arena de un alto el fuego, si no ya por estas fechas de una auténtica paz, que la bárbara política de Sharon y una Intifada graduada de sangre inocente han barrido como las olas en una playa abierta a todas las tormentas. Los hechos parecen hoy decir que hasta eso es pedir demasiado.

Hay algo sobre lo cual no se oye hablar en el mundo del gobierno, ni se deslizan trascendidos ni consecuentemente constituye todavía motivo para los comentarios cotidianos de la prensa y, sin embargo, es el asunto al que debería estar abocado antes que nada el presidente de la Nación: la forma de dejar el poder, abreviando al mínimo el resto de su mandato.

Hoy está claro que el presidente no está en condiciones de dar solución a los problemas fundamentales que acosan al país. Algunos, los de carácter económico, los ha agravado con ciertas medidas adoptadas al comienzo de su gestión. Otros, como la iniciación del juicio político a la Corte Suprema de Justicia, los ha planteado él mismo, a través del bloque oficialista de la Cámara de Diputados, sin haber previsto lo indispensable sobre sus muy probables secuelas o rebotes, los que podían afectar sustancialmente el orden de la economía nacional.

Ahora se está esforzando a la desesperada por paralizar lo que ha echado a andar, pidiendo auxilio al radicalismo para enmendar su grueso error de oportunidad política. La política, empero, ha sido el objeto central de su vida pública. Pero ese término no distingue entre lucha por el poder y lo exigible para el manejo acertado de los asuntos de Estado.

Su empinamiento a la gobernación de Buenos Aires y a la actual presidencia dan testimonio de agilidad y presteza para ocupar esas posiciones, pero no de las cualidades propias del estadista para desempeñarlas con tino.

En esto no hace excepción a la generalidad de nuestros políticos, duchos en las artes del comité e ineptos para el gobierno. De ahí que tampoco encuentra entre sus allegados quienes suplan a esta deficiencia, esencial a fin de conducir la República en un momento crucial de su historia.

Por último, lo que también se ha demostrado es que el dueño del aparato electoral del justicialismo bonaerense no es por ello caudillo, ni siquiera provincial. Si lo fuera, cubriría todos sus desaciertos con don de mando o astucia para convencer o engañar. Pero, como tampoco tiene esos atributos, cuanto le queda por hacer es presidir el acto electoral del que debe surgir cuanto antes un sucesor, esperemos que más afortunado.

Opinión: ¡Adolf, Adolf, qué grande sos!

Le falta conseguir que se cambie la letra de la Marcha Peronista, pero hacia allí va: "¡Adolf, Adolf... qué grande sos! ¡Adolf, Adolf... cuánto vales! ¡Adolf, Adolf... mi general, sos el primer tra-ba-ja-dor!" Es obvio que la gente dedicada a mejorar su imagen de candidato a la presidencia de la Nación debe estar que trina.

Un desenmascaramiento tan rotundo y precoz la debe haber puesto muy nerviosa. Hay paños íntimos que no se deben ventilar con semejante ligereza. Habrá culpas cruzadas, acusaciones, desmentidas. Una cosa es que la obsecuencia impuesta por 18 años de gobierno tenga lugar en su feudo y otra que se conozca más allá.

Ahora su esfuerzo se dedica a seducir, prometer vaguedades, estar bien con Dios y con el diablo. Aún no tiene el poder suficiente para sojuzgar la Justicia, controlar los medios de comunicación y poner contra la pared a la oposición política.

No es el momento para asustar con su deseo de conseguir un culto a su personalidad parecido al que logró Juan Perón. No debe aparecer como un peligro de la democracia, bastante tenemos con la desocupación, el hambre, la pobreza, la inseguridad y el desencanto.

Antes deberá instalarse en la Casa Rosada con el más amplio acompañamiento posible y después dará el mazazo. No es incoherente, sino metódico. Le han jugado una mala pasada. Sus genuflexos seguidores puntanos cometieron un error mayúsculo, no se daban cuenta de que ahora se los observa. Debería castigarlos y decirles que no hay nada más peligroso que un boludo con iniciativa.

El concurso destinado a enajenar la mente infantil desde el Ministerio de Cultura y Educación puntano es una prueba colorida y elocuente. Revela los niveles de sometimiento que se ha impuesto en una provincia convertida en feudo. No es la única, para desgracia nacional, pero es la que servirá de modelo si este candidato gana las elecciones. Contra lo que pretende vender su discurso, tracciona hacia el pasado, no hacia el porvenir, hacia el deterioro, no el progreso.

El mundo y nuestro país han conocido en qué terminan los dioses de la política (Stalin, Hitler, Mussolini, etc.), pero nos cuesta aprender. El mismo Perón, al regresar del exilio, ya estaba curado de su tendencia a que bauticen con su nombre todo lo que se pudiera manotear. Los años le habían inyectado más prudencia y sabiduría, más democracia.

La desesperación ha incrementado el anhelo de millones por retornar al paraíso, sin darse cuenta de que el paraíso es siempre un paraíso perdido. Los tiempos del primer peronismo, con alegre distribución de regalos y un asistencialismo milagroso y frenético ya no son posibles, ni aunque convirtamos a Rodríguez Saá en una reencarnación del viejo líder. Ni aunque se cambie la letra de la Marcha.

Vale la pena recordar un párrafo del magnífico actor que fue Kirk Douglas: "Todo el mundo se la pasa hablando de los viejos tiempos: que las películas eran mejores, que los actores eran superiores, que la gente era más solidaria. Lo único que yo sé de los viejos tiempos es que ya pasaron".

En la Argentina cuesta entenderlo. Por eso resucitan una y otra vez los personajes de los viejos tiempos.

Los que no saben hacer otra cosa que lo que se hacía en los viejos tiempos y nos impide convertirnos en una sociedad madura, seria, eficaz, lanzada hacia el futuro. Como reza el refrán, para muestra basta un botón. ¡Qué botón nos ha proporcionado el gobierno de San Luis!

Gracias.

Una vez más, el Senado de la Nación es fuente y teatro de escándalos. Uno es la denuncia del corresponsal de un periódico extranjero relativa al presunto pedido de coima a ciertos banqueros, para bloquear la aprobación del proyecto de ley que impone un nuevo tributo en esa actividad.

Otro, la maniobra de suprimir, por un lado, la asignación destinada a la atención de los vehículos de los senadores, al tiempo que, por el otro, se les restablecía la misma suma de dinero, sólo que por distinto concepto. De tal modo, lo que se presentó como una demostración ostensible de acompañamiento a la política de recortar gastos no importó sacrificio alguno.

Todo lo que se hizo fue rebautizarla de compensación por "desarraigo" y se la destinó a aquellos senadores con domicilio real más allá de los 200 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, pero sin omitir a aquellos que, como Eduardo Menem y Luis Barrionuevo, viven desde hace años, el primero en Núñez, y el segundo en San Martín.

Bien aplicado el pretexto invocado no sería objetable, en principio. Sí, en cambio, la burda simulación con que se lo arropó, la cual altos empleados de la Cámara dejaron trascender como represalia por una rebaja de sus haberes.

Sintomáticas al respecto fueron las diferencias, o secretas coincidencias, entre el presidente del cuerpo, Juan Carlos Maqueda (PJ), que aseveró, al parecer indignado, no haber ocultado nada, en tanto que el senador Raúl Baglini (UCR) prefirió ampararse en que sólo se había adoptado una práctica de tiempo atrás vigente en la Cámara de Diputados.

La denuncia por tentativa de sobornos ha sido ratificada por el periodista que la produjo, aunque reservando sus fuentes. Difícil será entonces aportar probanzas fehacientes, a menos que sea exacta la versión según la cual existe una filmación que compromete a la senadora por Tucumán Malvina Seguí.

En cuanto a la ficción de austeridad, se halla a la vista, sumando a la picardía la torpeza en su ejecución. El Senado, aunque renovado, es el mismo de la ley laboral. O el mismo de siempre, pues no se llega a tanta veteranía sin sus 20 años de felices ensayos en vicios y trapacerías.