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Indice de la fecha

* "Foro de Generales retirados" - "Fuerzas Armadas - factor integrador imprescindible".

Hoy se cumple un aniversario más del criminal ataque a los Cuarteles del Regimiento del Infantería 3 "General BELGRANO" y del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10, por parte de terroristas del Movimiento Todos por la Patria.

Once héroes cayeron defendiendo a la Patria y sus instituciones.

Once héroes ofrendaron sus vidas para construir un futuro mejor para nuestros hijos.

Sucesivos gobiernos ineptos y corruptos dilapidaron esa sangre y esas ilusiones.

Les pido que, al menos, no nos olvidemos de ellos:

Teniente Coronel HORACIO FERNÁNDEZ CUTIELLOS

Teniente Primero RICARDO ALBERTO ROLON.

Suboficial Principal RICARDO RAUL ESQUIVEL

Sargento Primero RAMON WLADIMIRIO ORUE

Sargento JOSE GUSTAVO ALBORNOZ

Soldado DOMINGO JULIO GRILLO

Soldado HECTOR CARDOZO

Soldado ROBERTO TADEO TADDIA

Soldado LEONARDO MARTÍN DIAZ

Comisario Inspector de la Policía Bonaerense EMILIO GARCIA GARCIA

Sargento Primero de la Policía Bonaerense JOSÉ MANUEL SORIA

www.forodegeneralesret.org

Los acontecimientos que durante la segunda quincena del mes de diciembre de 2001 conmocionaron la paz interior del país y condujeron a que la República Argentina tuviera cinco presidentes en doce días, fueron concretados por vía de la acción directa en abierta violación del Artículo 22 de la Constitución Nacional que dice: "El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución... ".

El resentimiento y agresividad que caracterizan estos hechos de rebeldía, carentes de racionalidad y generados por dispares motivaciones, rompieron los esquemas de la sociedad organizada y desconocieron normas elementales de convivencia civilizada, síntomas de una peligrosa anarquía latente.

El FORO DE GENERALES RETIRADOS, inmerso en ese contexto nacional y consecuente con los propósitos que determinaron su creación, considera oportuno formular estas reflexiones, vinculadas con la situación de las Fuerzas Armadas en la actual coyuntura que se vive.

Desde el 10 de diciembre de 1983, las Fuerzas Armadas demostraron ser una de las Instituciones más coherentes y consecuentes con las normativas del sistema republicano, al que contribuyeron a consolidar con abnegación, sacrificio y dignidad, convencidas que la existencia de la Nación se sustenta en la fortaleza de las instituciones.

Sin embargo, por razones cuyo análisis de fondo escapa a la finalidad de este documento, fueron por más de dieciocho años objeto de la indiferencia y de un discrecional tratamiento por parte de quienes tuvieron la máxima responsabilidad de gobernar.

El parcialismo y autoritarismo de las decisiones y acciones que se concretaron en su contra, parecieron ser generadas por una corporación política que sobrevaloró y desnaturalizó el sentido de la representatividad y no por una dirigencia democrática que honrara a sus representados. Con ello, se desvirtuó el sentido de la ecuanimidad y se debilitó la credibilidad en el sistema, indicios de una descomposición institucional en gestación, que la ciudadanía no supo o no quiso interpretar como tal.

De haberse captado en oportunidad tales deformaciones, la sociedad podría haber generado anticuerpos que hoy ayudarían a mitigar los efectos de una crisis que amenaza desbordar las estructuras del Estado.

La inevitable consecuencia de ese accionar discriminatorio derivó en una peligrosa indefinición del rol institucional que les compete, como lo prueban recientes declaraciones del Presidente de la Nación quien expresó: "...Nuestras Fuerzas Armadas existen, pero no sabemos para qué, es uno de los temas pendientes de la democracia argentina". (diario La Nación del 13/01/02, Pág. 6).

Estas declaraciones sintetizan y reflejan el desinterés e indiferencia de cierta dirigencia política por las instituciones militares, cuya existencia y razón de ser están definidas en la Constitución Nacional y leyes pertinentes.

Por ello, entre los necesarios cambios que la actual realidad argentina está exigiendo a esa dirigencia política, la revalorización de las Fuerzas Armadas se hace impostergable, como un acto de estricta justicia, pero también por la salud de la Patria.

A tal fin es necesario se promuevan acciones para revertir el parcialismo con que se ha venido conduciendo la temática militar en general; que en materia presupuestaria se liberen las restricciones que puntualmente se instrumentaron con carácter de excepcional transitoriedad, para posibilitar restituirles una mínima capacidad operacional y que se defina en el más breve lapso la situación del personal militar detenido, cuyos procesos judiciales se sustanciaron con una evidente animosidad política.

Finalmente, es oportuno recordar y destacar que todo acontecimiento trascendente que experimentó la República Argentina a lo largo de su historia, siempre contó con las Fuerzas Armadas como factor integrador, motivo por el cual no se puede pensar en un futuro consistente y perdurable para la Nación sin su imprescindible presencia, porque la misma se sustenta en principios y valores que conforman las raíces de la nacionalidad.

Además de cacerolear a los políticos corruptos, a los empresarios evasores, a los sindicalistas traidores, a los jueces ladrones y a los banqueros traficantes, hagamos un cacerolazo algún día por esta sociedad argentina hipócrita que, contribuyendo con sus pequeñas acciones cotidianas, ha generado la dirigencia infame que queremos cambiar.

A los que sacan a los perros en la vereda y en las plazas y no les importa un pito el derecho de los demás;

a los que no se comprometen ni siquiera con su consorcio, ni con su barrio;

a los que se callan la boca cuando ven una injusticia en la calle;

a los periodistas que están más comprometidos con la empresa que les paga que con la verdad objetiva y la investigación;

a los que transgreden todas las normas de transito y ponen en peligro la vida de los demás; a los que coimean y a los que reciben coimas;

a los colectiveros que llevan a sus pasajeros como ganado y a los pasajeros-ganado que miran para otro lado con tal de llegar rapidito a casa y no tener problemas;

a los buscan la ventaja de los contactos para acelerar un trámite personal;

a los que tiran la basura en la calle a cualquier hora y la dejan en cualquier lugar;

a los fumadores que te echan el humo en la cara;

a los que estacionan los autos en las veredas impidiendo el paso de la gente;

a los que solo critican sentados cómodos en casa y mirando la televisión;

a los que arrojan desperdicios en la playa, la montaña y el mar;

a los taxistas que roban a sus pasajeros;

a los que se matan por un asiento en el colectivo o en el tren;

a los que no ceden el asiento a ninguna embarazada o persona mayor y se hacen los distraídos;

a los que piensan que ALGUIEN tiene que resolver esto sin preguntarse ¿que puedo hacer yo?;

a los que alguna vez dijeron "algo habrá hecho";

a los que siempre dijeron "¿yo? Argentino!";

a los Argentinos fanfarrones cuando van al exterior;

a los argentinos racistas y xenófobos que odian a bolivianos, paraguayos y chinos, pero descienden de españoles e italianos;

a los que se escapan por Ezeiza sin haberlo intentado todo;

a los cobardes;

a los miedosos;

a los que nunca hablaron;

a los que nunca se equivocaron porque tampoco nunca hicieron nada;

a los medios de comunicación que se rasgan las vestiduras hablando de moralidad y promueven la prostitución desde sus clasificados;

a las mayorías que nunca reaccionan contra los "grupitos violentos de siempre";

a los que invaden las canchas de fútbol;

a los policías que sostienen redes de corrupción desde sus paradas en las esquinas;

a los que están en contra del aborto pero conocen donde se aborta mejor y sin riesgos;

a los que comulgan los domingos y el resto de la semana odian al prójimo más que a si mismos;

a los administradores de consorcios que negocian con los plomeros de turno a espaldas de los vecinos;

a los ventajeros;

a los que se quedan con los vueltos;

a los que fabrican porquerías a bajo costo y mala calidad y se quejan de la competencia;

a los que sacan el carné de conducir gracias a "un amigo en la Municipalidad";

a los comerciantes que ocupan las veredas como si fueran de su propiedad y a los vecinos que no se quejan;

a los ciudadanos que no hicieron lo suficiente;

etcétera, etcétera, etcétera....

 

Señor Director:

"El afán de protagonismo de conocidos personajes que, encubiertos en su papel de indignados ciudadanos, ejercen su profesión de denunciantes habituales los lleva a excesos incalificables, utilizan a la Justicia como trampolín de su promoción personal.

"Recientemente se denunció la evasión de 26.600 millones de dólares.

"Se llega a esta fantástica suma desde el cálculo que serían 380 los camiones de caudales que transportaron 70 millones cada uno.

"¿Por qué 380 y no 760? ¿Por qué 70 millones y no 80? Total, si de fantasear se trata, háganlo más gordo.

"No resiste el menor análisis la exagerada cuenta.

"¿A quién, medianamente en sus cabales, se le puede ocurrir que semejantes cifras se transportarían graciosamente? La estupidez humana no tiene límites.

"A estos personajes mediáticos nada les importa, crean un clima de incertidumbre a la ciudadanía, le imponen un trabajo tan inútil como desgastante al Poder Judicial, un despliegue desmedido a las fuerzas policiales, y lo más grave es el costo económico y de imagen que tiene que sufrir la Argentina.

"Cuando se determine que no hay pruebas y que el caso queda abierto para futuras investigaciones, ya que los procedimientos así lo determinan, y pierda intensidad la publicidad lograda, ya inventarán otra excusa para denunciar otro hecho tan resonante y que los recoloque en los medios.

"Como argentino, estoy harto de denuncias con términos potenciales, que no comprometen al denunciante y que sí hacen daño a la República.

"La Argentina no merece que se la siga degradando por estos aprovechados de sus instituciones.

"Los medios tienen que ignorarlos y los ciudadanos, despreciarlos.

"Lo hacen porque saben que no corren riesgos; si los corrieran, seguro que se callarían."

Cada vez es más claro, más allá de las falencias de algunos de sus miembros, la expulsión de los jueces es un objetivo prioritario de la izquierda paleolítica argentina.

 

Buscan así destruir a la cabeza del Poder Judicial que constituye la última reserva de la República y no es casualidad que lo hagan en medio del tremendo desgaste de los otros dos Poderes; saben además que esta Corte no avalará a la larga o la corta sus absurdas pretensiones de seguir enjuiciando imbécil e irresponsablemente a miembros de las FF.AA. por hechos de hace 25 años, como para agregar más nafta al fuego de nuestra destrucción como sociedad libre. Son pocos los jueces y Camaristas Federales que apoyan tales absurdos, y casi seguro que serian ellos los candidatos de la izquierda para esa Corte renovada.

 

La masa crítica ingenua de esta maniobra la aporta la sufrida clase media, la mayoría silenciosa que protagonizó el cacerolazo auténtico original, la cual, enceguecida en su justos enojos es inadvertidamente utilizada como punta de lanza en las calles - tanto por la izquierda revolucionaria como por los políticos ansiosos de transferir sus culpas en esta crisis - , ahora nos dicen que la culpa de todo reside en los ¨malos banqueros¨, como si de ellos dependiera devolver los dineros del corralito, y en los ¨malos jueces¨ - como si hoy fuera posible y sensato devolver los depósitos en un pase mágico- , como si esa acción no fuera a provocar una inmediata corrida bancaria que perjudicaría más que nadie a los mismos sufridos depositantes.

 

Probablemente para varios lectores nuestras palabras no sonarán simpáticas, van contra la corriente del instante histórico, pero creemos que en estos momentos el servicio de la Patria no pasa por populismos tonantes, por buscar chivos expiatorios de nuestras fallas - inevitablemente ¨malos extranjeros¨, tal cual ya nos vendieran otros irresponsables entre 1945 y 1991 - sino por decir lo que honestamente se piensa, las crudas verdades, nuestras tremendas fallas como sociedad que nos han dirigido al desastre; seamos de una vez por todas responsables y sensatos.

 

Porque nosotros y no los extranjeros hemos elegidos los gobiernos argentinos, luego invariablemente fracasados. Un solo dato para meditar, desde 1916 a la fecha para Presidente siempre hemos elegido radicales y peronistas, para luego denostarlos y hasta promover su derribo. Interesante detalle extra, los únicos dos de ellos con estatura de estadistas, son uno casi olvidado pese a su completo éxito y otro derribado por las FF.AA a pedido de sindicatos, peronistas, radicales UCR, liberales y grupos nacionalistas, son respectivamente Alvear (1922-28) el exitoso y Frondizi (1958-62) el derrocado.

 

De Prensa Independiente - Finalmente y a la luz de esta nota nos preguntamos:

 

Ø ¿Quién le dio al abogado laboralista y agitador Ramírez la representación para hablar, reclamar y manifestar más allá de su gremio y arrogándose hacerlo en nombre de LA SOCIEDAD? Nosotros al menos, no.

 

Ø La constitución del grupo de las entidades reclamantes, sellos de goma en general, entre las cuales sobresale el grupo agitador CELS dirigido por el lobbista, periodista y ex terrorista criminal Montonero Horacio Verbitsky demuestra palmariamente lo que advertíamos al comienzo.

 

Los aspectos estructurales de la crisis son tres: - el aspecto externo, - el interno y - la crisis de confianza.

El primero tiene que ver con las devaluaciones de prácticamente todos los países del mundo y las crisis económicas y financieras asiática, rusa, brasilera y otras.

El segundo es simple, tomando como base el año 91, la economía real creció menos de un 50% y el gasto público mas de 150%. Esta situación insostenible se financió con una deuda externa e interna perversa e impuestos distorsivos. Tomando a cualquier país del mundo y aplicando la misma receta, encontraríamos una situación por lo menos igual que la de Argentina.

Dentro de este promedio hay casos interesantes, como el de la Provincia de Buenos Aires, en la que el crecimiento del gasto en el mismo periodo, se eleva a 250%.

No hay que averiguar porque o como se fueron los depósitos y capitales. Es la respuesta lógica de los inversores a la situación anterior. El resultado de la búsqueda de la fuga de billetes en camiones de caudales, que es ridícula, va a ser que en ese periodo no solo no se fueron sino que ingresaron billetes.

La situación política es lamentable. La Asamblea Legislativa festejó que Argentina se declarara en quiebra. La lista sabana y la ley de lemas son métodos ineficientes de elección de gobernantes.

Los que gastan no son los que recaudan ni les interesa. Ahora con la emisión se arregla todo, los municipios vuelven a mendigar a las provincias y los gobernadores al gobierno central y nadie achica y no hay ajuste.

Las 3 tareas en las que hay que trabajar son, la moneda, el crédito y el presupuesto.

No hay una política monetaria. Ni para el largo, ni para el mediano plazo. El gobierno no sabe ni que hacer la semana que viene. Lo que pasó con la política cambiaria, es que se rompió la unidad de medida. Hay dólar a 1 peso, a 1,40 y a 1,80. Con este escenario es imposible pensar en la recuperación de la industria o la actividad económica.

Hay una atmósfera enrarecida como en Malvinas en la que se trata de hacerle llegar a la opinión publica una imagen distorsionada de la realidad, que es mucho mas grave de lo que parece.

No se puede pensar en una economía dirigista ni cerrada al mundo, en este siglo. Hay que hacer cosas con consenso de la comunidad internacional y no enfrentarse gratuitamente.

Hay que apostar al ingreso de capitales pero no con el esquema de prebendas como hasta ahora, sino permitiendo la competitividad con reglas claras.

Hay que cambiar de raíz a las instituciones políticas. No es posible que Argentina sea creíble, si personajes como Moreau o Moyano son formadores de opinión.

"López Murphy criticó el modelo económico de Duhalde"

El ex ministro de Economía Ricardo López Murphy aseguró hoy que el reclamo de un plan sustentable por parte de organismos internacionales es "incompatible" con las "aspiraciones populistas que aún prevalecen en nuestra cultura", y criticó las modificaciones introducidas en las instituciones económicas.

"No estoy de acuerdo con la Ley de Emergencia, con el esquema de regulaciones y cierre de la economía, con los subsidios que se han dado y con la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central. No estoy de acuerdo y la forma de cambiarlo es buscar un espacio en la opinión pública", señaló el economista radical al anunciar que se lanza a la vida política.

 

López Murphy ocupó el ministerio de Economía durante una semana en marzo del año, pero debió renunciar rápidamente ante la falta de respaldo político a sus propuestas, que preveían un drástico recorte de 3.000 Millones de pesos en la administración pública.

Desde entonces, el economista guardó silencio y sólo difundió sus ideas cuando participaba de algún seminario o disertación.

 

No obstante, con la asunción del último gobierno anticipó su decisión de "romper el silencio y participar más activamente para buscar las alternativas y crear los espacios para que aquellos que no estamos de acuerdo con el rumbo que se ha adoptado" podamos expresarlo.

"Yo claramente no estoy de acuerdo con la Ley de Emergencia, con el esquema de regulaciones y el cierre de la economía, con los subsidios que se han dado. No estoy de acuerdo con eso y la forma de cambiarlo es buscar un nuevo espacio en la opinión pública", justificó.

 

De acuerdo con la visión de López Murphy, "se están percibiendo con claridad tres cosas fenomenales: hay un problema enorme de institucionalidad tanto en lo político como en lo económico".

En lo político "no hay representatividad y en lo económico sucede lo mismo. No tenemos institucionalidad sobre la moneda, el crédito y el presupuesto y eso genera un grado lógico de angustia e incertidumbre".

 

En otro orden, criticó la "liviandad" con la que el presidente Eduardo Duhalde prometió frente a la Asamblea Legislativa que se devolverían los depósitos de los ahorristas en su moneda original.

"Se han hecho anuncios de una manera innecesaria y se asumió un compromiso que tiene la gravedad de la calidad institucional y de la solemnidad que significa el discurso inaugural de respetar los depósitos del sistema financiero en la moneda de origen", afirmó.

 

En ese contexto, consideró que el reconocimiento que llegó "tres semanas después" de que se eso no se podía cumplir va a afectar "enormemente la credibilidad" del presidente.

Desde la autoridad que da haber pasado la vida calentando una silla en un puesto público o en un sindicato o en un comité o en un negocio que sólo existía al calor del poder, o enseñando cosas inútiles o falsas en cátedras regenteadas por el Estado o repartiendo dinero ajeno (ese pecado al que llaman acción social) un conjunto de seres representantes arquetípicos de la política argentina intentan determinar, otra vez, los aspectos más nimios de la vida del país munidos de abundante terminología castrense.

Ellos aseguran que sí saben como arreglar las cosas y no nosotros (nos llaman el mercado) ¿Cómo puede alguien pensar que nosotros mismos podríamos resolver mejor que ellos los problemas? Les parece un disparate; así fueron educados. Así se ven las cosas desde un banquito en una mesa de entradas de un municipio perdido.

Nuestros gobernantes actuales son la versión real del mítico ideal platónico del filósofo que en su sabiduría inmensa podría remplazar a la voluntad individual para llevar a un colectivo amorfo hacia la verdadera felicidad, la que sólo ellos pueden lograr.

La sociedad humana no está hecha como reflejo de tratados de derecho político sino de relaciones múltiples entre las personas, cada una de ellas imposible de abarcar en un libro, todas entrelazadas y sometidas al permanente ajuste de sus participantes.

Platón no comprendió eso, no lo comprenden nuestros políticos latinoamericanos y el gobierno argentino es el colmo de la incomprensión de este problema. Y como digo, quieren conducir con intervencionismo y dirigismo sin haber asomado la cabeza nunca fuera de una oficina pública llena de vagos.

Para nuestra desgracia de esos mediocres y patanes es de quienes se espera todo cuando según Gallup el sesenta por ciento de la opinión pública argentina reclama más intervención estatal para solucionar cuanto problema se presente.

No parecemos preparados para darnos cuenta de la diferencia entre un individuo que después de estudiar y adquirir experiencia arriesga su capital para fundar un negocio con el fin de ganar plata y un bueno para nada que con lenguaje técnico - amoral - le llama "dar liquidez" a falsificar dinero, "redistribuir" a robar y repartir, "sensibilidad" a resentimiento y "capitalismo salvaje" a la civilización y que montado en el poder estatal se cree en condiciones de tomar decisiones por el primero.

En nuestra historia hemos intentado todas las alternativas posibles a la libertad, que descartamos una y otra vez. Pese a lo que de manera ingenua cree el presidente Bush, nuestros problemas van mucho más allá del cambio flotante o fijo. Nuestra sociedad adolece de una profunda mentalidad anticapitalista. Cuando intentamos una mínima apuesta a la libertad de empresa a la primera dificultad aprovechamos para inculparla y arrasarla.

Así fue la historia que vivimos en la última década. Mientras en la Argentina se privatizaban empresas y con ello se lograba que algunas cosas elementales comenzaran a funcionar, una vieja generación de periodistas pasaba del calor del empleo público o la publicidad estatal, al arduo trabajo de conquistar anunciantes y, a su vez, otra nueva generación egresaba de las universidades nacionales que gracias a las reformas alfonsinistas y la acción antiliberal del ahora multimillonario Rector de la Universidad de Buenos Aires Shuberoff estaban llenas de ideales marxistas en un mundo que había conseguido execrar al marxismo setenta años después de comprobar su real naturaleza y sus resultados.

En el Estado, la línea media de funcionarios habiendo perdido protagonismo y fuentes de enriquecimiento espurio por la caída del estatismo promovió una nueva línea política izquierdista que asociada a los medios operó en dos frentes.

El primero de manera directa formando el Frente País Solidario que con ayuda de los medios se convirtió en la gran estrella de nuestro firmamento político y que junto con el radicalismo, siempre enemigo del liberalismo, formaron la Alianza de De la Rua. El segundo frente fue una mascarada de lucha contra la corrupción que descalificaba y aún lo hace, a cuanto político, periodista u hombre público que no fuera izquierdista o no les rindiera culto de manera directa o indirecta. Este frente también tenía una profusión de apoyo periodístico y su origen eran esos funcionarios de segunda línea del Estado, resentidos por su pérdida de poder y ex agentes de empresas públicas que actuaron como una maquinaria incansable de destrucción contra lo que significó el aire fresco del menemismo.

En la Argentina se publicaba como un escándalo de corrupción merecedor de todas las primeras planas el incendio de un bosque en el Sur, sólo porque la funcionaria a cargo de Medio Ambiente era un símbolo del liberalismo local, lo que no se hizo luego de que dejara el cargo.

Algunos de los jueces mas corruptos y cuestionados, comprendieron que la asociación con esa izquierda venenosa les aseguraba impunidad. Haciendo del Derecho Penal un chicle iniciaron investigaciones delitos que no están descriptos en la legislación y aprovechando la baja en las encuestas de algunos personajes los privaron ilegalmente de su libertad. Uno de esos casos fue el del ex Presidente Menem. Simultáneamente cuando la Corte Suprema puso las cosas en su lugar, recriminando a los jueces su conducta, fue acusada por esos medios de encubrimiento.

Ahora intentan voltear a esa Corte en lo que sería la forma de golpe de Estado mas grave de nuestra historia. En la Argentina envenenada hablar de la ilegalidad de la prisión a la que fue sometido Menem, mas allá de la opinión política que merezca y en particular respecto a la venta de armas a Ecuador y Croacia - que dicho sea de paso fueron operaciones coordinadas con los Estados Unidos -, es un ejercicio peligroso pese a que quienes lo insultarán a uno por ello no sabrán precisar sus motivos.

Esa unión de viejos empleados públicos y nuevos aspirantes a serlo produjo el grueso de la opinión publicada de nuestro país, eso que llamo la "Argentina venenosa". Esa que veía con suspicacia cualquier negocio privado, inspeccionaba hasta la ropa interior de los que hacían cosas o tomaban decisiones a favor de la libertad y era ciega a cualquier barrabasada que hicieran o tuvieran en su pasado sus conmilitones de la izquierda local. Los mismos para los cuales los "derechos humanos" son un privilegio de los izquierdistas que los habilita a matar sin ser molestados.

Los nuevos privatizadores y desreguladores que quedaron a mitad de camino no eran santos; los santos no existen pese al pobre Platón, pero sobre tales defectos no se opuso la virtud, sino que se sembró el odio y el resentimiento enfermando a la sociedad de un anticapitalismo que no se había visto ni en medio de la guerra fría.

Y para hablar contra las empresas privatizadas, endiosar la repartija social, exaltar a los terroristas como idealistas, ensuciar a todo adversario, la Argentina venenosa monopolizó la publicidad de las empresas privadas, miedosas - cobardes - de ser medidas con la vara moralista de los agnósticos marxistas. Los capitalistas les vendieron la soga con la que ahora los van a ahorcar, tal como lo predijo Lenin.

Y esto fue así porque mientras nuestras aspiraciones económicas son de naturaleza capitalista, nuestra moral de base sigue siendo socialista. No saldremos de este círculo mientras palabras como "ganar" nos suenen pecaminosas (lo que no se gana se roba) y "ganar mucho" el paroxismo del vicio.

Los predicadores del repartir convencieron a la gente de que nuestro fracaso se debió a que "alguien se llevó la plata", que "la corrupción" y no el gasto público demagógico - el que la gente pide - es la causa de la bancarrota del Estado. Y claro que existen los corruptos, pero nos han entretenido con las migajas del problema y con el odio mientras el sistema pedido por el público se agrandaba.

Los peronistas de siempre convencieron a un entonces presidente Menem exitoso en 1994 de que iniciara la etapa de lo "social", es decir el de la gente que vive del trabajo de otro; sistema del que prosperan esos políticos mediocres a los que se supone que odiamos pero a los que les pedimos que nos provean de felicidad. No le fue bien con eso ni siquiera en popularidad.

Pero Menem no era santo, como Platón y el sistema educativo estatal nos enseñaron que debíamos esperar. La Argentina venenosa trabajó sin descanso para enterrarlo bajo defectos reales y ficticios y resucitar a un Alfonsín, que ni es santo ni tuvo éxito alguno pero añora como ellos la reaparición del país parasitario que es el único en el que saben desenvolverse.

Pero más allá de Menem o de Alfonsín que no son mas que anécdotas, lo que quedan son los parámetros con los que juzgamos, con los que miramos al mundo y con los que medimos a los políticos. Nada es gratis. Los resultados pueden verse por televisión.

Pero quién sabe, tal vez llegue algún día ese santo para hacer una limpieza. El único problema sería que barra en serio y nos lleve a todos.

Para que la pesificación resulte aceptable, desde el gobierno tendrán que aprender a hablar como personas honestas, no como políticos con intención de engañar.

Según distintos voceros oficiales, era una "falacia" creer que un peso valía un dólar a fines de noviembre pasado, de suerte que nadie tendrá derecho a quejarse cuando se le diga que en términos "reales" sus ahorros llegan a menos de la mitad de lo que había imaginado.

Sofismas de este tipo, propios de timadores vulgares, no ayudan en absoluto a restaurar la confianza de la ciudadanía en sus gobernantes. Para que la "pesificación" resulte aceptable, quienes hablan en nombre del gobierno tendrán que aprender a hablar como personas honestas que, frente a una situación límite, sinceramente creen haber optado por la solución menos mala disponible, no como políticos cuya única intención es engañar.

Sin embargo, parecería que el presidente Eduardo Duhalde y Remes Lenicov no han entendido que no les será suficiente procurar actuar como si en la raíz del desbarajuste en el que nos encontramos estuvieran las "ilusiones de la gente" que, cuando entregaba billetes estadounidenses en la ventanilla de un banco, era demasiado lerda como para comprender que eran truchos.

Si de ilusiones se trata, la peor habrá consistido en suponer que "los dirigentes" harían un esfuerzo genuino por respetar los límites fijados por un régimen monetario rígido, resistiéndose a reemplazar el impuesto inflacionario por lo que podrían conseguir de los mercados financieros.

Si quiere sobrevivir hasta fines del 2003, al gobierno duhaldista le será forzoso hacer mucho más que desenredar el embrollo financiero que ha dejado a medio país sin efectivo y con sus recursos brutalmente reducidos.

Además de tomar todas las medidas necesarias, por antipáticas que resulten, también tendrá que atacar las causas principales de la crisis que, conforme a todos salvo los políticos mismos, consisten en los errores y crímenes perpetrados a través de los años por una clase política inoperante, sobredimensionada y de mentalidad parasitaria que ha estado más interesada en conservar sus conquistas que en ponerse a la altura de sus responsabilidades.

¿Ha iniciado el gobierno una ofensiva en este frente fundamental? A pesar de que Duhalde y sus colaboradores han aludido a la importancia de reducir los costos de la política, dicha preocupación no les ha impedido continuar repartiendo cargos a cambio de apoyo, tal y como solían hacer cuando regenteaban la provincia de Buenos Aires.

Hasta ahora, no se han dado muchas señales de que el gobierno se ha propuesto impulsar cambios significantes en este ámbito, ni llevar a cabo una reforma auténtica del Estado. Acaso esperan los políticos que una vez terminado lo peor de la tormenta económica podrán continuar como antes: de ser así, las protestas callejeras no tardarán en intensificarse.

La ciudadanía se ha dejado estafar en tantas ocasiones que quizás sea natural que muchos políticos se sientan convencidos de que después de dos o tres meses de zozobra las aguas volverán a su cauce "normal", permitiéndoles seguir con sus actividades habituales.

Sin embargo, no es muy probable que suceda así. En esta ocasión, la mayoría parece dispuesta a exigir que la contribución de los políticos a la solución de la crisis sea por lo menos tan grande como la que los demás se han visto obligados a aportar, lo cual significa que:

· en los próximos meses habrá de producirse evidencia concreta de que estén siendo desmantelados de una vez y para todas los aparatos clientelares inmensos y costosísimos que han sido construidos por los caciques,

 

· que los corruptos más notorios comiencen a ser procesados en serio,

 

· que los ingresos absurdamente elevados de tantos hombres públicos se hayan reducido a niveles compatibles con la condición depauperada del país y que,

 

· por fin, los funcionarios y legisladores rescatables hayan dejado de entretenerse informándonos de su compromiso "con la gente" para tomar medidas concretas encaminadas a atenuar los muchos problemas existentes.

 

Si nada de eso ocurre muy pronto, la reacción ciudadana se hará cada vez más vigorosa, agravando de esta manera una crisis política y económica que dista de haberse agotado.

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