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Las angustias que afligen al país por nuestros días no han apartado ni por un momento a los fautores o cómplices de la subversión marxista, de su obcecación en tomar un desquite contra los militares que los combatieron y derrotaron.

Están abiertas las causas sobre un inverosímil plan estratégico que habrían urdido los jefes del Proceso, para apropiarse de los bebitos de las guerrilleras; cada tanto aparece un juicio de los bautizados "por la verdad", que ofenden a la verdad, y, últimamente, ha asombrado la detención de un grupo de oficiales a los que se intenta procesar, por haber impedido que una de las tantas bandas de montoneros siguiera cometiendo sus infames atentados terroristas.

Desde luego, no es la justicia ni los derechos humanos lo que inspira a quienes hicieron de su violación diaria un arma para aterrar a la población, como la única vía al alcance de la minoría que se sentía con un derecho infuso para ocupar el poder.

Tampoco es posible creer en los disfraces que adoptaron a partir de 1983, para escalar posiciones y llegar a altos cargos públicos: demócratas fervientes, constitucionalistas aficionados y hasta aprendices de capitalistas, que solicitaban de los economistas liberales el favor de que creyesen en su conversión.

Podrían, acaso, tomarse a lo serio tales protestas, si alguno de los terroristas hubiera reconocido sus crímenes y pedido a sus compatriotas el debido perdón, por el daño que hicieron al país. Pero ninguno de ellos lo ha hecho nunca. A lo sumo, uno de sus cabecillas ha reconocido haber cometido un grave error táctico, al agredir y desafiar a las Fuerzas Armadas y de seguridad.

Sin embargo, desde ellas hubo quienes invitaron a los terroristas a olvidar el pasado, y la respuesta fue tan airada y engreída como lo había sido el inconsciente desafío que terminó en el aniquilamiento completo de su poder de fuego.

Si sus antecedentes ideológicos no les han anulado todo vestigio de patriotismo, deberían comprender que hoy la nación precisa de ellos, al menos, una tregua, en este perverso ejercicio del resentimiento y del odio.

"El atentado a Alemann"

Señor Director:

"En la edición del 11 del actual, en la página 11, nota titulada "Ordenan la detención de 36 militares", se hace referencia al feroz atentado del que fui objeto el 7 de noviembre de 1979. No fue el primero de la tanda, como dice la nota, sino el segundo. El tercero fue cuando en plena avenida 9 de Julio asesinaron a Francisco Soldati (padre). Una semana antes los montoneros entraron en el domicilio de Walter Klein, secretario de Programación y Coordinación, mataron a los custodios y pusieron bombas que volaron la casa. Klein y su familia se salvaron de milagro. El mismo permaneció más de dos horas debajo de los escombros.

"Ese mismo día los montoneros me estaban esperando. Querían matar a dos secretarios de Estado en un mismo día. Pero como mi chofer me avisó del atentado a Klein, cambié de ruta y fui a Olivos. Entonces el atentado quedó para otra ocasión. El 7 de noviembre salí de casa como siempre, por Amenábar hasta llegar a Zabala, donde el auto dobló. Al cruzar Cabildo, un taxi que iba delante de nosotros paró en seco antes de llegar a Obligado, al ver a un hombre con un trípode con una ametralladora apuntándole. Eso me salvó la vida.

"Luego me tiraron dos balas de energa. Se trata de un arma de fabricación soviética, que consiste en un fusil con punta ensanchada, donde va una bala (Nota de la R.: cohete en realidad) de unos 10 cm de diámetro y 20 cm de largo, con punta de magnesio, y que produce mil grados cuando explota. La bala hace un recorrido curvo, de modo que es difícil dar en el blanco. Gracias al taxi quedé más alejado y erraron el objetivo. En un viaje mío al Líbano me explicaron que los terroristas de allí habían usado la energa, desechándola luego por ser poco práctica. La primera bala que me tiraron no dio en el parabrisas, sino en el radiador, que quedó de inmediato al rojo vivo. La segunda pasó por encima del techo y destrozó un coche estacionado, felizmente sin ocupantes.

"A continuación me tiraron unos cien tiros de FAL, que agujerearon el auto, dejándolo como un colador. Me salvé por haberme tirado al piso de inmediato. Mi chofer salió del auto y sólo tuvo una lesión menor, y a mi custodio le volaron tres muelas y le atravesaron el hombro. Si hubieran podido concluir la tarea, seguramente me mataban de un tiro. Pero en ese lugar hay un sanatorio de un lado y un colegio del otro, de modo que había mucha gente, y se armó un alboroto. Fue milagroso que no hayan matado a muchas personas. Los montoneros reivindicaron el atentado, con un comunicado firmado por Raúl Clemente Jäger (o Yaguer).

"Ahora el juez Claudio Bonadío ordena la detención de 36 militares por haber actuado contra esos asesinos. Varios de los que cita están muertos. Pero Roberto Perdía, que era el jefe que desde el exterior dirigía a esa banda y mandó a morir a otros, disfruta de su libertad y del dinero robado. Es el mundo al revés."

Editorial I: "Detención de militares"

La detención de 36 militares por la desaparición de 18 integrantes de la agrupación Montoneros, dispuesta por el juez federal Claudio Bonadío, basada en la declaración de inconstitucionalidad de las leyes de punto final y obediencia debida por el mismo magistrado, constituye un lamentable retroceso en materia de seguridad jurídica y en la consolidación de un proceso que permita superar los dolorosos desencuentros del pasado.

La decisión judicial se produjo en el contexto de una investigación iniciada con una denuncia de familiares de 18 militantes montoneros que se hallan desaparecidos luego de que a comienzos de 1980 fueron "entregados a los militares por sus compañeros", de acuerdo con los investigadores. Este episodio tuvo lugar luego de que Montoneros lanzó una contraofensiva que incluyó la tentativa de homicidio de Juan Alemann y los asesinatos del empresario Francisco Soldati y de su chofer en pleno centro porteño.

Nadie puede dudar de que, durante la lucha contra el terrorismo, se cometieron desde las estructuras del Estado crímenes inaceptables. Sumados éstos a los actos de las organizaciones guerrilleras, que destruyeron la paz social, dejaron consecuencias trágicas y una sociedad profundamente herida.

Ese contexto de conflictividad social y política determinó que el Congreso Nacional aprobara en su momento las normas sobre punto final y obediencia debida, que en realidad constituyeron leyes de amnistía encubiertas, similares a la ley que en 1973 se había sancionado en favor de integrantes de grupos guerrilleros.

El juez Bonadío hizo lugar a un planteo de inconstitucionalidad de aquellas leyes que beneficiaron a militares que no integraron la cúpula de los gobiernos castrenses que se sucedieron desde 1976, con lo que dejó abierta la posibilidad de que se enjuicie y pene la conducta de varios oficiales en actividad y retirados, siempre que la decisión judicial sea confirmada por los tribunales superiores.

Debe lamentarse que, a partir de un fallo equivocado, se pueda reavivar un clima de enfrentamientos y odios. En especial, después de que el Ejército argentino efectuó una valiente autocrítica sobre la actuación de sus miembros en los dolorosos años que vivió la Argentina. Una autocrítica como la que no han hecho quienes combatieron en las filas de las organizaciones guerrilleras.

En esta columna se ha sostenido ya con ocasión de un fallo similar del juez Gabriel Cavallo declarando inconstitucionales las leyes de punto final y obediencia debida que estas normas -al margen de los cuestionamientos que puedan merecer- fueron sancionadas dentro del marco del sistema democrático y equivalen a auténticas leyes de amnistía, aunque no se les haya dado esa denominación. Las leyes se definen por su contenido y no por el nombre ocasional que se les conceda. Y las leyes de amnistía son actos políticos dictados por el Poder Legislativo por razones de interés nacional, de lo cual se deduce que no son susceptibles de revisión judicial.

También cabe ratificar que aun cuando existan convenciones internacionales que rechazan el dictado de leyes de amnistía o indultos por crímenes aberrantes, lo dispuesto en esos acuerdos nunca puede ser aplicado con carácter retroactivo.

Alimentar la memoria colectiva es una buena forma para evitar que se cometan de nuevo los mismos errores del pasado. Pero manipular con fines políticos ese triste pasado no llevará a la esperada pacificación.

Todos los sectores de la sociedad, incluyendo los magistrados, deberían eliminar cualquier valla que ponga en peligro la reconciliación de los argentinos, sin por ello olvidar las dolorosas enseñanzas del pasado.

Nota de la R. De Prensa Independiente: la ley conocida como de ¨Punto Final¨ fue sancionada en diciembre de 1986, por cual no fue arrancada por los hechos posteriores de Semana Santa de 1987, falso argumento de propaganda que hasta los livianamente algunos jueces han usado para invalidarla.

Para el Ejército, se trata de ´una provocación´

"Malestar por la detención de oficiales"

Una importante preocupación se siente en el Ejército por las detenciones ordenadas por el juez federal Claudio Bonadío. Siempre causaron inquietud los arrestos de oficiales retirados por las investigaciones de violaciones a los derechos humanos. Pero está vez hay oficiales en actividad entre los detenidos, por lo que esa situación cobra una mayor fuerza dentro de la institución militar.

Entre los principales oficiales del Ejército circula el convencimiento de que se trata de un movimiento alejado de lo estrictamente judicial. Estiman, según dejaron trascender a La Nación, que hay un intento de provocar una mayor fragmentación en la sociedad en este particular momento de crisis.

Desde diciembre último, al caer el gobierno de Fernando de la Rúa, los militares se sintieron presionados por maniobras tendientes a colocarlos como el peligro antidemocrático. Así entienden el nacimiento de sucesivos rumores de golpes de Estado, algo que los jefes castrenses se ocuparon de descartar una y otra vez.

"¿Estamos ante un procedimiento judicial necesario, o frente a una maniobra de otras características que apunta a una clara desviación de la atención de los problemas del presente hacia el pasado, o a profundizar la fragmentación de nuestra Nación?", se escuchó en importantes despachos del Edificio Libertador.

Al Ejército le causaron sorpresa las órdenes simultáneas de detención. Sus dudas pasan por conocer cuáles fueron los nuevos elementos en la causa que llevaron a una determinación de ese tipo.

"El Ejército ha dado sobradas muestras en los últimos años de su respeto irrestricto al Estado de Derecho, la Constitución y las leyes. Así es reconocido por la sociedad. Ninguna provocación nos apartará de este camino. Por el contrario, nos motiva a seguir trabajando en el apoyo a la sociedad, en el fortalecimiento de las instituciones y en la unión de todos los argentinos, especialmente en los críticos momentos que vivimos", afirmó un oficial de alta graduación y amplia trayectoria.

Ese militar, al igual que otros con mando, están convencidos de que se quiere sumar una dificultad más, con un intento de abrir un costado militar a la crisis argentina.

Les llama la atención a los uniformados que la medida judicial llegue en un momento en que "la sociedad reconoce en el Ejército a una institución integrada a la misma, sólidamente cohesionada y empeñada en contribuir a superar las actuales circunstancias adversas del país".

La pregunta que se hacen con frecuencia en estos días es: ¿por qué ahora?

En la visión del Ejército, esta situación no tiene antecedentes, ni siquiera en los años de mayor fuerza de los juicios contra los militares.

La Nueva Provincia -Bahía Blanca - República Argentina - 17 de Julio del 2002

 

Partes ppales. de: "Militares detenidos: ¿justicia u operación política?"

El Partido Popular de la Reconstrucción (PPR) interpretó ayer que las recientes detenciones de militares retirados, ordenadas por el juez federal Claudio Bonadío, pueden obedecer a una cuestionable maniobra política.

"Después de haberse dictado los indultos y de continuar trayendo al presente causas que, en el pasado, han enfrentado y dividido a los argentinos, el episodio puede deberse:

• a una profunda e inclaudicable convicción acerca de principios y valores de la que, por cierto, este magistrado no puede ser sospechado,

• o a una infame operación política realizada por su intermedio y con su complacencia".

El punto de vista de la agrupación seineldinista fue firmado por los dirigentes Gustavo Breide Obeid, Francisco Bosch y Enrique Grassi Susini.

El texto enumera – entre otras - las siguientes consideraciones e imagina el perfil de los supuestos responsables de la decisión:

"Quienes rechazan alguna forma de entendimiento nacional de la que no sean beneficiarios".

 

"Quienes están convencidos de la inconveniencia del fortalecimiento de nuestras Fuerzas Armadas ".

 

"Quienes han sido castrados moral e intelectualmente y sólo conciben nuestro futuro como mercado, sin instituciones, sin Fuerzas Armadas, sin un pueblo organizado, sin Patria".

"Se pretende multiplicar los problemas que padecemos, seguir agregando nafta al fuego, para ofrecerse después, casualmente en plena campaña electoral, al taumaturgo capaz de remover todos los obstáculos que traban hoy la convivencia armónica entre los argentinos".

Puntualizan que "el instituto de la prescripción está fundado en basamentos suficientemente sólidos, en un principio de naturaleza social que hace a la seguridad y estabilidad jurídica de la Nación, siendo mayor el daño que se deriva para una sociedad al nunca poder saldar un tema, que el supuesto beneficio de poder perseguir al autor de un delito sin limitaciones temporales".

Finalmente manifiestan que:

* EL 27/09/79 MONTONEROS copó el domicilio del Secretario de Coordinación del Ministerio de Economía D. Guillermo Walter Klein y lo voló con explosivos, en Olivos, Bs. As. Un numeroso grupo de terroristas asaltó la casa a primeras horas de la mañana al mando del cabecilla Yaguer, cuando la familia estaba desayunando; en la acción fueron capturados vivos e inmediatamente asesinados los dos policías de custodia.

Las dos mucamas son sacadas del lugar diciéndoles que toda la familia debe morir, pese a sus ruegos pidiendo clemencia por ellos; estaban el Sr. Klein, su esposa y cuatro hijos de entre 12 años y meses de edad. Potentes explosivos son colocados en diferentes lugares de la planta baja y accionados por un control centralizado desde la calle, huyendo los terroristas en la confusión.

Acorde a lo planeado la casa de dos plantas se derrumba totalmente, pero en un verdadero milagro se salva toda la familia con heridas menores; al derrumbarse el primer piso la losa queda intacta, cayendo integra como el piso de un ascensor. Klein y una hija quedan bajo los escombros, siendo rescatados luego de horas de trabajo de los bomberos, lo cual fue visto por directo en televisión por todo el país horrorizado.

Salvo el criminal Yaguer, luego caído en Córdoba en 1983, el grupo asesino es capturado por las FFAA a los pocos días, muriendo varios en la acción al resistirse. Hoy el juez Bonadío los considera prácticamente unos ¨buenos chicos inocentes¨.

* El 07/11/79 MONTONEROS, fracasa en un intento de asesinar al Secretario de Hacienda nacional, Dr. Juan Alemann. Al pasar con su auto por la esquina de Zabala y Cabildo , este fue acribillado por un grupo de aniquilamiento de unos quince terroristas, con ráfagas de fusil automático, lanzándosele, además, granadas de mano y cohetes. Fueron heridos el agente policial Miño y su chofer Cancilliri. Esto a metros de la Clínica del Norte y del Colegio de monjas de La Misericordia de Belgrano, a la mañana y en medio de decenas de ciudadanos inocentes.

* El 12/11/79 MONTONEROS, asesina al empresario D. Francisco Soldati y a su chofer en el centro de Bs. As., avenida Nueve de Julio entre Santa Fe y Arenales. Su automóvil fue bloqueado por una camioneta y acribillado con ametralladoras por ocho terroristas en dos vehículos, pero - algo no contemplado en sus planes - apareció una custodia policial de las proximidades y se produjo un violento tiroteo.

Con el antecedente del rescate de la familia Klein entre los escombros, al cual habían concurrido altas autoridades del gobierno según mostró la TV, los terroristas planearon dejar la camioneta llena de explosivos para accionarlos posteriormente por telecontrol, en una inmensa trampa caza-bobos. Pero uno de los balazos produce la voladura anticipada de la camioneta, muriendo tres terroristas y quedando aparentemente dos heridos en el lugar.

Resumen de lo dicho en el sitio web "Foro de la Verdad Histórica" www.geocities.com/forocombat , donde sigue publicado para consulta.

Informe de la: "Causa judicial de las Finanzas de los Montoneros, otra operación política contra las Fuerzas Armadas" , actualizado al 31 de diciembre del 2001 http://www.geocities.com/forocombat/intro-finanz.htm

¨LA JUSTICIA QUE TENEMOS¨

Juez Claudio Bonadío

Asistimos a una nueva operación política seudo judicial, dentro del marco de la segunda ola de ataques contra las F.F.A.A. irresponsablemente relanzada por sectores del gobierno menemista en 1995.

El juez Claudio Bonadío - un ignoto abogado del estudio de Carlos Corach, nombrado funcionario municipal de la corrupta administración de Carlos Grosso y luego Subsecretario Legal y Técnico de la Presidencia de la Nación con el mismo Corach - fue finalmente nombrado juez federal cuando Corach accede al Ministerio del Interior, pese a su total falta de antecedentes de carrera judicial y a no ser tampoco un jurista de nota en especialidad alguna.

En su cargo de juez comenzó a ser conocido por la presunta pertenencia a una ¨servilleta famosa¨, según denuncias públicas, junto con varios jueces federales entonces afines al gobierno.

Fue cuestionado en ciertas intervenciones judiciales y finalmente cobró pésima notoriedad por su inaceptable fallo contra el Capitán de Fragata Alfredo Astiz; increíblemente, lo condenó por ¨apología del delito durante una charla privada en un café¨ según la mera palabra de una periodista activista política y nuera de un criminal Montonero, Gabriela Cerruti, sin más evidencias. Tal desatino judicial está hoy apelado y aun pendiente de resolución ante la Suprema Corte.

En el 2001, mientras subrogaba provisoriamente un juzgado ajeno y luego de una serie de dimes y diretes en muy conversadas y politizadas acciones, el juez Bonadío procesa a un grupo de civiles y oficiales de la Armada. El absurdo, los acusa de haber robado bienes de ¨unos buenos comerciantes detenidos ilegalmente¨, cuando el mundo sabe y la Justicia ha demostrado hace tiempo que eran los testaferros de las Finanzas de los Montoneros y que manejaban bienes productos de sus secuestros, básicamente de los 60 millones de dólares del secuestro de los hermanos Born.

Sin percatarse, en esta nueva escaramuza el juez Bonadío se ha sumado al proceso político-judicial que seguramente cerrará definitivamente este absurdo ´revival´ de la guerra finalizada hace un cuarto de siglo. A menos que se crea viable el juzgar a más de 1200 miembros de las Fuerzas Armadas y de Seguridad por la ya muy lejana guerra civil, justamente en esta Argentina al borde del abismo económico, social y político.

"Centro Tocqueville" - www.centrotocqueville.com.ar -- "Gaceta digital online" - www.gacetaonline.com

"La década del 70" www.geocities.com/ladecadadel70/index.htm

"Folleto Otrosi" www.geocities.com/otrosi.geo -- "Libre opinión" www.libreopinion.com/members/jose_marmol

Libro "In Memoriam I" www.geocities.com/inmemoriam1 -- "Pretorianos" www.pretorianos.8k.com

Libro "Por amor al odio" www.geocities.com/por_amor_al_odio

"Prensa subterranea" www.geocities.com/prensa_subterranea_ar

"MUN" - www.geocities.com/movimientounidadnacional -- "Foro Generales" www.forodegeneralesret.org

"Despierta Chile" www.despiertachile.cl

La Nación - 17 de julio de 2002

 

Acto en el Jockey Club

Recordaron a Gancedo a 10 años de su muerte y destacaron su trayectoria en la cultura

Fue evocado como creador del Fondo Nacional de las Artes y de la Escuela de Museología y promotor en la TV de programas de amplia llegada y buen nivel cultural

A diez años de su muerte, Julio César Gancedo fue recordado como abogado, periodista, hombre de cultura, pionero en la televisión cultural, en un homenaje en el Jockey Club.

Asistieron más de 200 personas; entre otros, la esposa de Gancedo, Mónica Braun; Roberto Alemann, Jorge Carlos Mitre, Julio Alvarez, Oscar Puiggrós, Pedro Real, Beatriz Gutiérrez Walker, Víctor Luis Funes, Miguel Angel Espeche Gil, Enrique Mayochi y el padre Daniel Zaffaroni.

Abrió el acto Carlos María Gelly y Obes, quien señaló que su vida tuvo "el valor de una buena siembra" y afirmó que no perdió su "auténtica modestia", aunque su prestigio alcanzara repercusión internacional. Destacó la pasión con que dirigió el Museo del Cabildo y lo recordó como "gran presidente de la Comisión de Museos, Monumentos y Lugares Históricos".

José María De Lorenzis, quien lo acompañó como subsecretario de Cultura entre 1980 y 1983, indicó que Gancedo se rodeó de amplias comisiones asesoras y de las academias nacionales. A ellos, a los que saben, los consagrados, pensaba, les corresponde el qué hacer en cultura; a los funcionarios, facilitarles el cómo. Indicó que Gancedo presidió el Comité Interamericano de Cultura en 1981, elegido por unanimidad, cuando sólo otro argentino, Bernardo Houssay, había presidido un comité similar, el de Ciencia. Dijo que condujo los organismos de cultura en seis presidencias y que en su área no permitió la censura. Y creó en 1958 el Fondo Nacional de las Artes como "banco de la cultura".

El ex ministro de Educación Antonio Salonia recordó a Gancedo como un joven y talentoso funcionario de Educación que en la presidencia de Frondizi impulsó el surgimiento de las universidades de origen social y privado, con temple frente a "la indiferencia y los palos en la rueda de las burocracias". También lo evocó como creador de la Escuela de Museología, y señaló que puso su creatividad y su inteligencia al servicio del país, con fervor, con el alma y las manos limpias.

Cultura y televisión - Pedro Simoncini lo recordó como un pionero en la televisión, donde inició el debate en vivo y popularizó los micros culturales.

En el programa "Libro de actas", los televidentes podían pedir por teléfono los temas que preferían, para que la semana siguiente fueran transmitidos. Simoncini lo calificó como "el primer programa periodístico de la televisión argentina donde se discutieron todos los temas" y dijo que Gancedo integró allí un panel de siete buenos periodistas: Horacio Carballal, Simón Stolar, Rodolfo Baltiérrez, Hugo Ezequiel Lezama, Martín Sires Irigoyen, Adolfo Jasca y Rodolfo Aguirre Mencía. Gancedo era el cerebro detrás de la cámara. Luego haría el recordado "Parlamento 13", que estuvo 250 semanas en el aire.

Simoncini dijo que Gancedo formó parte de una generación que demostró que cultura y televisión no son incompatibles. Probó que no era una utopía hacer entretenida la cultura, dijo, y sus ideas hoy podrían reducir la "polución electrónica", cuando se exhiben "contenidos denigrantes" en algunas pantallas.