Indice de la fecha

1 - Comentarios de alto nivel - "Reflexiones sobre la República", por Alberto Rodríguez Varela.

2 – Partes del editorial: "Pasividad presidencial", del diario Río Negro.

3 - ¨La justicia que tenemos I¨ - Agregando leña al incendio de la República: "Nueva operación jurídica contra las FFAA".

4 - ¨La justicia que tenemos II¨ - "Nueva operación jurídica contra las FFAA" - ´Maldita coincidencia´.

5 - Izquierdistas, incurablemente ajenos a la realidad: Editorial - "Hay sectores que piensan en promover la abstención", de la ´Nueva Provincia´.

=====================================================

"Reflexiones sobre la República"

 

por Alberto Rodríguez Varela

El 9 de julio de 1816 el Congreso de Tucumán declaró nuestra Independencia "de los reyes de España y su metrópoli", aclarando, diez días después, que la emancipación proclamada era "de toda dominación extranjera".

La celebración en estos días de un nuevo aniversario de los pronunciamientos que nos presentaron ante el mundo como país independiente constituye una ocasión propicia para formular en breves líneas algunas reflexiones institucionales.

Con ese propósito, considero adecuado plantear, sucintamente, tres grandes interrogantes que deberíamos responder todos en estas horas terribles que vive la República:

1°) qué fuimos;

2°) qué somos; y

3°) qué seremos.

Para contestar el primero, debemos recordar que Argentina se configuró históricamente a través de un trasplante cultural. Alberdi lo explicó muy bien en sus Bases. Somos euroamericanos y quedan apenas vestigios folklóricos de las rudimentarias culturas aborígenes. Recibimos el influjo de Grecia, que nos legó su lógica y nos apartó de la mentalidad mágica dominante en el resto del planeta. Fuimos beneficiarios de la tradición romana y adoptamos instituciones jurídicas que perduran en nuestros ordenamientos positivos. A través de los visigodos y demás tribus germanas que avanzaron sobre el área latina, fuimos conformados por un fuerte individualismo que tanto en España como en América ha dejado su marca indeleble. Y recibimos, mediante la prédica de misioneros venidos del viejo continente, el aporte cristiano que forjó nuestra Fe religiosa, fijó una visión trascendente del hombre y afirmó la existencia de un orden natural que se encuentra por encima de todas las leyes humanas, constituyendo el más sólido sustento de derechos y deberes.

Con ese bagaje cultural llegaron a este extremo meridional de América los europeos que la poblaron a partir del siglo XVI. Se arraigaron en su suelo, se acriollaron adoptando matices locales y cuando las brevas maduraron, se pusieron de pié para reclamar lo que Alberdi denominó la libertad exterior, conquistada de modo definitivo en la batalla de Ayacucho en 1824, y la libertad interior, alcanzada con el Pacto de Unión Nacional y la Constitución aceptada por las 14 provincias en 1860.

¿Cómo lograron esas proezas? No hubo magia sino esfuerzo, coraje, sacrificio, y entrega hasta ofrendar la propia vida.

¿Es menester recordar lo que fue el cruce de los Andes? ¿O los granaderos diezmados en mil combates hasta el extremo de regresar solo un pequeño contingente?

¿Es necesario recapitular las guerras civiles desarrolladas durante cincuenta años, a filo, contrafilo y punta, hasta encontrar finalmente la fórmula de convivencia constitucional que nos permitiera presentarnos ante el mundo como país libre y soberano?

El país se independizó y organizó. Atrajo multitudes de inmigrantes, amplió la frontera agrícola, desarrolló una incipiente industria y en 1910, en el centenario de la Revolución de Mayo, asombró al mundo por su pujanza y fortaleza, con indicadores que nos ubicaban en el grupo de naciones que se hallaban a la vanguardia de la civilización y la cultura. La gente no se iba sino que venía. Eran millones de personas que fundaban sus familias, se argentinizaban y empeñaban sus mejores energías para consolidar un país que progresaba diariamente.

Esos avances, en el primer siglo de vida independiente, mostraron un sostenido crecimiento, por varias décadas, del trigo de la parábola de San Mateo. En cambio, en el curso del segundo siglo, la cizaña de la misma parábola comenzó a cubrirnos cuando llegaron a nuestras tierras las doctrinas anarquistas, el marxismo revolucionario, las ideologías totalitarias, la demagogia, el terrorismo, las duras confrontaciones internas, la inestabilidad institucional y otros males que afligieron a la República, para enredarnos en conflictos y antagonismos que aún no hemos conseguido superar. Con el consiguiente estupor, hoy nos vemos derrotados, anarquizados, con las juventudes lanzadas a los consulados extranjeros para escapar de una realidad que no entienden ni les ofrece perspectivas de trabajo y bienestar.

¿Por qué traicionamos los ideales de los hombres de la Independencia y la Organización? ¿Por qué retrocedimos en el curso de esta centuria, incumpliendo la profecía de grandeza volcada por Sarmiento en su célebre discurso de la bandera? Es fácil intentar respuestas que arrojen sobre los demás la responsabilidad por nuestras falencias. Pienso que sería mejor comenzar por preguntarnos si hemos sido suficientemente generosos y leales con nuestro país, y si hemos pensado en él antes que en nosotros. Figuras consulares del proceso de la emancipación y de las luchas por la organización constitucional ofrendaron sus vidas o perdieron sus fortunas por dar prioridad al servicio de la República. Ellas nos marcaron un camino que de modo reiterado hemos abandonado.

Tal vez, por momentos, permitimos que la sombra del olvido cubriera la memoria de nuestros próceres, moviéndonos a prescindir de una abnegada tradición de honor y coraje. El mundo contemporáneo, con su relativismo moral y su obsesivo utilitarismo, quizá nos ha impulsado a distanciarnos demasiado de nuestras raíces.

Lo cierto, lo incontrovertible, es que hemos retrocedido, para sorpresa de nuestros contemporáneos. ¿Qué nos pasó? ¿Somos los mismos o hemos cambiado? ¿Seríamos capaces de emprender empresas épicas como las que cumplimos para independizarnos y organizarnos? ¿Tendríamos coraje suficiente? ¿Podríamos afirmar que somos tan generosos como los hombres que al declarar la independencia manifestaron que la sostendrían con sus vidas, haberes y fama? No eran meras palabras: Chuquisaca, La Paz, México y Venezuela indican claramente cual era el destino de los insurrectos si fracasaban en su intento. ¿Estaríamos dispuestos a emularlos?

¿No habremos sido ganados por el materialismo, el oportunismo, el acomodo, la ventaja, el atajo? ¿No habremos adherido a una visión mágica, haciendo de cuenta que todo se arreglará sin esfuerzos colosales, sin sacrificios enormes? ¿No habremos incurrido en la ingenuidad de suponer que se puede distribuir lo que no existe o que los fondos públicos son inagotables? Hipertrofia del gasto y de la burocracia, y envilecimiento de la moneda a través de la emisión o el endeudamiento, son expresiones de ese pensamiento mágico que nos ha llevado a la ruina, y que está reñido con la lógica que recibimos de los griegos.

¿Estamos dispuestos, e incluyo en el plural a quienes tienen el monopolio de la fuerza por ejercer el poder legal, a preservar un orden indispensable para el ejercicio de las libertades civiles y políticas? ¿O la anarquía ha avanzado ya hasta extremos irreversibles e incontrolables? ¿Acaso nos encaminamos a otra confrontación interna que nos cargue nuevamente de odios y rencores, destruya la convivencia y nos malogre por muchas décadas?

Estos interrogantes se refieren a lo que hoy somos. Al responderlos, pensemos que - en la medida de nuestras posibilidades - no somos testigos sino protagonistas y que el futuro de nuestros hijos y nietos depende de todos, de nuestra generosidad, fortaleza, espíritu de sacrificio, honradez y genuina vocación republicana. Las soluciones no son tanto normativas como morales. Pertenecen más al ámbito de las conductas públicas que al de leyes que frecuentemente no cumplen ni siquiera los que las sancionaron.

Mi inolvidable amigo, el filósofo Jorge García Venturini, discípulo y difusor del pensamiento de Jacques Maritain en la Argentina, decía que Dios y la libertad son los dos grandes motores de la Historia.

No hay determinismos inexorables. No es cierto - como se ha dicho - que la Argentina esté condenada al éxito. Tampoco es cierto que el fracaso sea nuestro destino inexorable. Depende de nosotros, de todos los argentinos, especialmente de los que desempeñen roles dirigentes, que volvamos a un cauce que nunca debimos abandonar o que continuemos empantanados, contribuyendo con nuestras acciones u omisiones a una crisis que no tiene fondo y que puede arrojarnos finalmente a la desintegración como país y al desván de la Historia.

Hace dos años, al conmemorar el 190° aniversario de la Revolución de Mayo, dijimos que estamos a tiempo, antes de que se cumpla el bicentenario de ese acontecimiento fundacional, para rectificar nuestros rumbos y esforzarnos por mejorar el país que dejaremos a nuestros hijos y nietos. Hay en Argentina mucho por hacer y está pendiente de cumplimiento el mandato que recibimos de las generaciones fundadoras.

Debemos sofocar con decisión los brotes de anarquía que se multiplican por doquier, y rechazar con énfasis la impunidad de los grupos violentos, porque atizan la hoguera de la discordia e impulsan a una nueva guerra interna que, en caso de no ser evitada, previsiblemente será atroz como todos los enfrentamientos civiles.

• promover una verdadera renovación moral en hombres y conductas,

• depurar las prácticas cívicas, contribuir a la vigencia efectiva del sistema republicano,

• preservar las libertades consagradas en la ley fundamental,

• recuperar la perdida seguridad jurídica,

• salvaguardar la separación de poderes,

• hacer efectiva la idoneidad exigible a quienes desempeñen funciones públicas,

• desterrar la corrupción,

• retornar a la austeridad y a la probidad en el ejercicio de las magistraturas,

• devolver su impulso creador a las fuerzas productivas,

• guardar - en definitiva - fidelidad al programa escrito por los autores de la Constitución histórica, superar odios y rencores generados por nuestros pasados enfrentamientos, y levantar con generosidad y sin discriminaciones la bandera de la concordia.

Si los argentinos seguimos estas líneas que vienen desde el fondo de nuestra Historia, estaremos otra vez en el cauce señalado por los hombres que forjaron la emancipación y la organización constitucional de la República.

Un presidente americano, inmolado en 1963 por fuerzas obscuras, al asumir su magistratura dijo algo que me atrevo a reproducir para cerrar estas reflexiones: ¡No nos preguntemos que debería hacer la República por nosotros. Preguntémonos que podemos hacer por ella! Y obremos en consecuencia.

=====================================================

Duhalde habló como si fuera un dirigente opositor, no un presidente de la República, al advertir que la Argentina está "al borde de un derrumbe épico jamás conocido".

Como es notorio, la Argentina es un país ciclotímico en el que períodos signados por la euforia insensata suelen alternar con otros en los que buena parte de sus habitantes se entrega a la autoflagelación, quejándose amargamente por lo cruel que le ha sido el destino. Se trata de dos formas de justificar la negativa de los responsables de gobernarla a actuar con el realismo exigido por las circunstancias.

Como si a la República al borde del abismo no le sobraran terribles problemas, al juez Claudio Bonadío no se pudo ocurrir nada mejor que ordenar detener a 42 ex combatientes que salvaron a la República en libertad, en la guerra civil de hace 25 años.

¿Su presunto terrible delito?. Haber destruido nada menos que a las Tropas Especiales de Infantería (TEI) de Montoneros, adiestrados por los palestinos en Libia y regresados al país para intentar un ´revival´ de la muerte. Los que entonces se abrazaban con Arafat, aunque hoy sus madres se abrazan hipócritamente con los judíos de Memoria Activa y con los deudos de los salvajes atentados a la embajada y la Amia.

Para ello el juez recurre a la barbaridad jurídica de considerar inconstitucionales dos leyes de pacificación del Congreso en vigor desde 1986 y 1987, luego de 15 años de vigencia y dos confirmaciones de la Suprema Corte.

No podemos dejar de recordar que estas TEI fueron las que volaron la casa de la familia Klein en 1979 para matar a padres e hijos, salvados de milagro, previo asesinar a los dos policías custodios; los mismos que fracasaron en matar al economista Juan Alemann y que mataron salvajemente en plena calle Cerrito al empresario Soldatti y su custodia.

En la TV no nos privamos de presenciar la hipocresía en grado superlativo de la muy peinada mujer de Carlotto, madre de dos terroristas, una muerta y otra sobreviviente, no se le ocurrió nada mejor que mencionar repetidas veces a los asesinos caídos de las TEI como ¨pobres chicos.... eran tan jóvenes...¨. Una burla a la ciudadanía, otra canallada de las muchas que explican porque estamos como estamos, aunque muchos solo protesten por su bolsillo.

Ampliaremos y mucho este tema, por hoy nos limitamos a expresar nuestra solidaridad y apoyo a los dignos ciudadanos militares y civiles detenidos por este acto, que en nuestra libertad de opinión consideramos de lesa injusticia.

=====================================================

Son múltiples las especulaciones que se tejen sobre las reales razones de esta repentina acción judicial, de todo tipo.

En las fuentes usualmente mejor informadas de los ámbitos judiciales y en los más que indignados militares, se hace el siguiente planteo:

- El juez estaba seriamente cuestionado por la famosa reunión de jueces federales, a la cual según denuncias habría concurrido el entonces jefe de la SIDE Carlos Coria para pedir que Domingo Cavallo fuera encarcelado como fuera. Bonadío se hizo cargo de esa denuncia, pese a ser él mismo uno de los acusados.

 

- Pues bien, ´maldita coincidencia´, justo el mismo día miércoles pasado en que Carlos Coria deja el cargo, el juez Bonadío dispara su artillería y ordena las detenciones.

 

- Quizás sea solo la ´maldita coincidencia´ de marras, pero muchos en esos ámbitos se preguntan si no fue una reacción del juez al perder el paraguas de Soria en el cargo.

No tenemos elementos ningunos para avalar las sospechas de esa gente, pero dado los tiempos que corren en esta crisis, estamos convencidos que pronto será pública la verdad, en este caso y en otros similares.

=====================================================

´La Nueva Provincia´ - Bahía Blanca - República Argentina - 6 de Julio del 2002

 

"Hay sectores que piensan en promover la abstención"

Las agrupaciones de izquierda y de centro-izquierda podrían impulsar la abstención electoral si no se instrumenta la caducidad de todos los mandatos ejecutivos y legislativos.

Hizo punta en esa tesitura la candidata presidencial del movimiento ARI. María Elisa Carrió remarcó que si el funcionariado no es renovado, completamente, el domingo 30 de marzo, las urnas sólo serían mera cosmética política.

"Si esto es una trampa, nosotros analizamos la posibilidad de abstenernos", disparó la vehemente diputada nacional por el Chaco.

Más a la izquierda de Carrió, el representante de Autodeterminación y Libertad, Luis Fernando Zamora, propuso la convocatoria a una Asamblea Constituyente para abrir la discusión. El abanico temático que tiene en mente el dirigente trotskista es amplio:

• Caducidad de todos los mandatos.

• Debate del régimen político y social.

• Consensuar un plan de desarrollo nacional.

• Analizar qué debe hacerse con las riquezas del país.

• Eliminar o no las listas-sábana.

• Políticas de empleo.

• Jubilaciones de privilegio.

En este marco, Zamora volvió a criticar el adelantamiento de las elecciones. "Estamos frente a algo muy dudoso. Es una convocatoria, que, tal como está hecha, es inconstitucional. Es un discurso y nada más", enfatizó.

"No hay elemento jurídico alguno, no hay un decreto, no hay una ley. Todo seguiría igual, seguiría la Corte Suprema, el Congreso, los gobiernos de las provincias. Aun adelantando la renovación de la mitad de la Cámara de Diputados y el tercio de Senadores, tampoco variaría, sustancialmente, el acuerdo radical-justicialista".

La posición más intransigente parece ser la del ARI. Allegados a Carrió confiaron que si bien trabajan activamente en la formación de cuadros de gobierno, también permanecen atentos al análisis del escenario y no descartan la posibilidad de impulsar una abstención.

Por el momento, sus legisladores debaten la viabilidad de una reforma constitucional y propiciar el llamado a una consulta popular para que la gente se expida sobre la cuestión.

El Frente para el Cambio - un pequeño nucleamiento de ex frepasistas - cerró el enfoque del espectro centroizquierdista. "Hablar hoy de candidaturas presidenciales sin un cambio de modelo económico, político y social sería difícil de sustentar", expusieron los seguidores de la diputada Alicia Castro.